domingo, 16 de noviembre de 2008

ENTRE INTRODUCCIONES DEL COMIENZO, QUE VAN DE SALIDAS AL PRINCIPIO.

¿Quién es ese payador
Que paya tan a lo obscuro?
Tráiganmelo para acá
Y lo pondré en lugar seguro.
Payador: Don Javier de la Rosa.


- Y ese payaor, ¿quién es,
Que paya tan desde lejos?
Si se allega pa’ acá
Le plantaré el aparejo.
Payador: Mulato Taguada


Me resultaría contradictorio, para variar, y lo digo desde un punto de vista personal; en que ésta obra a mí se me catalogue; específicamente de poeta, payador, y folclorista. Bueno, de entre las tantas clasificaciones que me han dicho por el internet: Alcalde, candidato, político, militante, musicólogo, concejal, gótico, y emo. Curioso y gracioso fenómeno en mí; ya que si aludimos a los conceptos formales y precisos de la literatura; en lo que se refiere al GÉNERO DEL CUENTO, propiamente tal, la clasificación debiera ser: ESCRITOR. Y en lo personal, reconozco que cada autor, tiene su estilo propio, narrativa, poesía, novela, corriente literaria, a estampar en la plana; con la maestría propia y personal de cada uno. Si hay que atreverse como digo yo, y como le escuche decir a un caballero, en una reunión social: “¡Total, plata y miedo no he tenido nunca!”. Ya que en este: estudio, análisis, prólogo, preludio musicalmente hablando, o introducción, que sería este ensayo, la clasificación, se lo dejo a gusto del lector. Lo que sí rescato, y desde mi personal punto de vista; es una terminología; que yo personal y directamente sí relaciono, con el tecnicismo puntual de la literatura: el de ser folclorista. Y a mucha honra, como decimos en mí larga y angosta faja de tierra. Por toda la inigualable pasión global, representada por un señor que yo admiro, y me declaro hincha; si tengo que usar un término deportivo; sí señores lectores, me refiero al señor Oreste Plath. Reconozco además que sí hablo en lenguaje folclórico chileno; así como Tito Fernández, el temucano. O “Si de cantar se trata”, como dijo Soledad en una Chacarera; la primera imagen metafísica, que se nos viene a la mente; es de una guitarra acústica de madera. Como la que usaba nuestra insigne representante; que levantó, enorgulleció, y enalteció a Chile completito ante todo el mundo: me refiero a la señora Violeta Parra. A quien yo con mi pluma, le dediqué una obra entre poesía y prosa.Y la guitarra, que como objeto decorativo, -y a modo de nota de humor-, quedaría bastante bien en el living de mi casa. Sí, y planteo esta idea con la irreverencia que nos caracteriza a nosotros, los autores y/o escritores emergentes. Porque en términos intelectuales la música, y de diferentes épocas; vale decir de la que conocemos mundialmente como clásica, hasta la actual, ha estado presente en mi vida. Claro que no recuerdo claramente; si desde antes o después, de que aprendí a leer. Pero si me remito a registros históricos externos a mí, debo decir que desde antes, ya que mi memoria no abarca tales dimensiones temporales. Y aludiendo a la TEORIA ANTROPOLÓGICA CHILENA, que plantea esta puntual definición, sobre el perfil del chileno, que: Baila, ríe, llora, camina, conversa, se relaciona se interrelaciona amistosamente, conversa, corteja a sus damas, habla, alega, piensa, discute, despotrica, bromea, se alimenta, golpea, refunfuña, maldice, vive, murmura, gruñe, expresa su lenguaje kinestesico, se relaciona e interrelaciona con sus pares y animales, ya sea en el campo o la ciudad, se interioriza a nivel mental y exterior creando sus formas de vida de acuerdo al hábitat en el que se desarrolla, lee, aprende su cosmovisión tanto a nivel conciente como inconciente, escribe, negocia, y todo este compendio de clasificaciones lo lleva a cabo: EN CUECA. En estas líneas retomo la idea de mí faceta de folklorista; para proceder a citar mi personal teoría literaria: UN LETRISTA ES UN ESCRITOR. Porque un artista de la creación; a ser clasificado según un contexto cultural determinado como: payador, poeta, folclorista, letrista, literato, cuentista, prosista, autor, y/o escritor; maneja de una forma eximia, el contenido de la pluma a estampar en la plana; aludiendo a la terminología musical, donde ya interviene la semántica en términos de ritmo, estilo, composición; al relacionar el contenido escrito de una obra, con el ritmo de interpretación. Donde hay una relación en el contenido de una obra, de acuerdo al criterio del autor; y en el plano musical-folclórico, pueden ser esquinazos, dichos, refranes populares, formas de lenguaje ya sean nacionales o propias del geográfico criollismo; como diríamos en mi literario y creativo Chile; las conocidas canciones o las payas, que a mí en lo personal, tanto me apasionan. Y al remontarme a la forma de los libros, cito algunos géneros literarios: cuentos, novelas, poesías, ensayos, artículos periodísticos, pero quiero rescatar una leyenda histórica, dentro del folclor, la historia y la literatura chilena:

EL MULATO TAGUADA CONTRA DON JAVIER DE LA ROSA

Se enfrentaban el mulato Taguada, maulino, apodado El Invencible; y don Javier de la Rosa, caballero latifundista de Copequén, as del guitarrón, filósofo y astrónomo y cantor jamás aventajado. “El mulato Taguada contra don Javier de la Rosa”, representa uno de los enfrentamientos más clásicos; entre las clases sociales agrícolas en el campo chileno: La figura de Patrón contra el Peón. Don Javier de la Rosa, acomodado cantor; y Tahuada (o Taguada); quien va convirtiéndose, en la personificación del pueblo oprimido e ignorante, de “cosas de universidad”. Los payadores son la gloria del folklore americano. Sus torneos en verso, con pies forzados y con respuestas instantáneas; eran duelos caballerescos en donde se buscaba la más alta expresión del ingenio, y la viveza populares. La tradición chilena recuerda una paya de proporciones homéricas; desafío sin paralelo en el que dos hombres estuvieron: ¡Ochenta horas dando y recibiendo!, tratando de vencerse. Ni antes ni después hubo algo parecido. Hasta que uno de ellos no fue capaz de seguir, y apabullado por la amargura y la vergüenza, tomó el camino de la muerte. Según Antonio Acevedo Hernández (y lo confirman los versos), San Vicente de Tagua -Tagua hacia 1830. Había de por medio una mujer, la prometida de Taguada; a la cual cortejaba el caballero y cuyo amor esperaba conquistar, si vencía a su amante. Con unas tijeras le cortó el ala del sombrero; y se lo plantó en la cabeza, en señal de inolvidable afrenta. En medio de un silencio trágico, Taguada se alejó, dejando la guitarra abandonada, y partió a caballo como quien va huyendo. No iba solo: llevaba al anca a la mujer que, pese a todo, deseaba unir su vida a la suya. Galoparon hasta que se hizo de noche. De pronto el infeliz se detuvo; y se apeó del caballo, para ir a sentarse en una piedra a la orilla del camino. La muchacha se quedó a unos pasos de distancia, sin atreverse a importunarlo. Doblado en dos, con su sombrero convertido en bonete de ignominia, el hombre parecía meditar bajo las estrellas; en las riberas del Río Zamorano. Su amante le tomo la mano, y supo que el Mulato estaba muerto. Pasó un largo rato. Creyendo que dormía, la niña fue a echarse a su lado y cogió sus manos, que quiso besar... Entonces supo que nunca más en el mundo, volverían a oír la voz del Mulato Taguada. Ganando don Javier de la Rosa que por secretaría; le cortó el sombrero al Mulato con una tijera y este partió con su amada, triste, hacia la muerte. Me permito citar, a otro gran representante de las artes poéticas; del Chile histórico y literario; me refiero al poeta popular Bernardino Guajardo, entre los años 1880 y 1881. Analizado por el lingüista y estudioso del folclor, Rodolfo Lenz. Cuando publicó su estudio, sobre la poesía popular impresa en el año 1920. Bernardino Guajardo, quien en dichos años, estuvo considerado el más grande poeta; al publicar sus versos en cinco pequeños cuadernillos, según la tecnología de esa época. Causando tal impacto que otro vate y dramaturgo, además de editor de periódicos satíricos, Juan Rafael Allende, le publicó sus poemas con el con el seudónimo de “El Pequén”, entre los años 1866 y 1930. En una edición de 8.000 ejemplares, a ser distribuidos, entre los soldados de la Guerra del Pacífico. Como dato anexo, cito a otros poetas populares; contemporáneos a Bernardino Guajardo: Nicasio García, Daniel Meneses y Rosa Araneda. En estas líneas y años, no puedo dejar de citar, a dos obras cumbres de la literatura argentina: SANTOS VEGA Y MARTIN FIERRO. Contemporáneos históricos y poéticos, de estos dos formidables y eximios maestros de la paya chilena: EL MULATO TAGUADA Y DON JAVIER DE LA ROSA. Por lo enredado, complicado, y contradictorio que soy; impondría mi literario (no personal) planteamiento en las letras, en el género del cuento:

LA TÉCNICA DEL CUENTO APLICADA A LA CONTRADICCION

Llevada a un plano fantástico, en lo que me remonto a épocas pasadas, para relacionarlas con términos del lenguaje actual; aludiendo al fenómeno lingüístico de las variaciones del lenguaje. No a los tipos de lenguaje; sino a sus modificaciones, de acuerdo a una etapa histórica, y en el caso particular del cuento, sea esta fantástica, imaginaria, irreal, ilusoria, donde me doy el lujo de rescatar elementos que son de la realidad; para interrelacionarlos con mi desbordada imaginación literaria y delirante; como diría el crítico literario Alone, Hernán Díaz Arrieta. Que al lector le impactaría, en lo que podría ser la presentación y lectura de un título; por lo absurdo que le resulte, y el desarrollo extensivo de su argumento. Como yo siempre bromeo, “es que estos cuentos si me los leen los señores: Jorge Luis Borges, y Julio Cortázar, los dejarían consternados”. Y en relación a este tipo de escritura, como escuche al pasar, “se hace lo que se puede, se bebe lo que se debe y….”, el resto a la imaginación del lector, ja, ja, ja. Es que yo soy así, dicharachero, chacotero, bromista, y con el sentido del humor, que nos caracteriza y destaca a nosotros los folcloristas. Así como fue retratado el señor Jorge Luis Borges, por el escritor Roberto Alifano, en su libro: “El humor de Borges”. Pero, en lo que es la narrativa extensiva del género del cuento; como digo yo, y no sé si otros autores y/o escritores concuerden conmigo: “Me gusta hablar con bases”. Por ejemplo cuando cito a mis personajes; y otros que son reales; o lo fueron, situados en un contexto histórico, geográfico y literario determinado, a gusto mío claro esta, y perdonen la redundancia. Además de documentarme sobre todo tipo de localidades, ciudades, países, temáticas, asociación de un personaje, con un lugar geográfico determinado, historia, leyendas, cuentos, mitologías, situaciones, hechos, autores, instituciones, costumbres antropológicas, personales culturales, deportes, formas de lenguaje, obras de la literatura universal; o de cualquier tipo arte, como: cine, música, cómics, pintores, períodos históricos; en las cuales voy desarrollando la obra; según el enfoque y desarrollo de la narrativa extensa que le estoy dando. Y para finalizar esta presentación, cito una anécdota; de una señora que se encuentra casualmente en la calle, con el señor Borges, y le dice, “Señor Borges, yo nunca he leído nada suyo”, y el señor Borges le responde: “¡¡¡No lo hagaaaa!!!!.

Fin

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