LIBRO DE CUENTOS INSCRITO EN EL DIBAM DE CHILE
ENTRE INTRODUCCIONES DEL COMIENZO, QUE VAN DE SALIDAS AL PRINCIPIO.
¿Quién es ese payador
Que paya tan a lo obscuro?
Tráiganmelo para acá
Y lo pondré en lugar seguro.
Payador: Don Javier de la Rosa.
- Y ese payaor, ¿quién es,
Que paya tan desde lejos?
Si se allega pa’ acá
Le plantaré el aparejo.
Payador: Mulato Taguada
Me resultaría contradictorio, para variar, y lo digo desde un punto de vista personal; en que ésta obra a mí se me catalogue; específicamente de poeta, payador, y folclorista. Bueno, de entre las tantas clasificaciones que me han dicho por el internet: Alcalde, candidato, político, militante, musicólogo, concejal, gótico, y emo. Curioso y gracioso fenómeno en mí; ya que si aludimos a los conceptos formales y precisos de la literatura; en lo que se refiere al GÉNERO DEL CUENTO, propiamente tal, la clasificación debiera ser: ESCRITOR. Y en lo personal, reconozco que cada autor, tiene su estilo propio, narrativa, poesía, novela, corriente literaria, a estampar en la plana; con la maestría propia y personal de cada uno. Si hay que atreverse como digo yo, y como le escuche decir a un caballero, en una reunión social: “¡Total, plata y miedo no he tenido nunca!”. Ya que en este: estudio, análisis, prólogo, preludio musicalmente hablando, o introducción, que sería este ensayo, la clasificación, se lo dejo a gusto del lector. Lo que sí rescato, y desde mi personal punto de vista; es una terminología; que yo personal y directamente sí relaciono, con el tecnicismo puntual de la literatura: el de ser folclorista. Y a mucha honra, como decimos en mí larga y angosta faja de tierra. Por toda la inigualable pasión global, representada por un señor que yo admiro, y me declaro hincha; si tengo que usar un término deportivo; sí señores lectores, me refiero al señor ORESTE PLATH. Reconozco además que sí hablo en lenguaje folclórico chileno; así como Tito Fernández, el temucano. O “Si de cantar se trata”, como dijo Soledad en una Chacarera; la primera imagen metafísica, que se nos viene a la mente; es de una guitarra acústica de madera. Como la que usaba nuestra insigne representante; que levantó, enorgulleció, y enalteció a Chile completito ante todo el mundo: me refiero a la señora Violeta Parra. A quien yo con mi pluma, le dediqué una obra entre poesía y prosa. Y la guitarra, que como objeto decorativo, -y a modo de nota de humor-, quedaría bastante bien en el living de mi casa.
Sí, y planteo esta idea con la irreverencia que nos caracteriza a nosotros, los autores y/o escritores emergentes. Porque en términos intelectuales la música, y de diferentes épocas; vale decir de la que conocemos mundialmente como clásica, hasta la actual, ha estado presente en mi vida. Claro que no recuerdo claramente; si desde antes o después, de que aprendí a leer. Pero si me remito a registros históricos externos a mí, debo decir que desde antes, ya que mi memoria no abarca tales dimensiones temporales. Y aludiendo a la TEORÍA ANTROPOLÓGICA CHILENA, que plantea esta puntual definición, sobre el perfil del chileno, que: Baila, ríe, llora, camina, conversa, se relaciona se interrelaciona amistosamente, conversa, corteja a sus damas, habla, alega, piensa, discute, despotrica, bromea, se alimenta, golpea, refunfuña, maldice, vive, murmura, gruñe, expresa su lenguaje kinestésico, se relaciona e interrelaciona con sus pares y animales, ya sea en el campo o la ciudad, se interioriza a nivel mental y exterior creando sus formas de vida de acuerdo al hábitat en el que se desarrolla, lee, aprende su cosmovisión tanto a nivel conciente como inconciente, escribe, negocia, y todo este compendio de clasificaciones lo lleva a cabo: En cueca. En estas líneas retomo la idea de mí faceta de folclorista; para proceder a citar mi personal teoría literaria:
UN LETRISTA ES UN ESCRITOR
Porque un artista de la creación; a ser clasificado según un contexto cultural determinado como: payador, poeta, folclorista, letrista, literato, cuentista, prosista, autor, y/o escritor; maneja de una forma eximia, el contenido de la pluma a estampar en la plana; aludiendo a la terminología musical, donde ya interviene la semántica en términos de ritmo, estilo, composición; al relacionar el contenido escrito de una obra, con el ritmo de interpretación. Donde hay una relación en el contenido de una obra, de acuerdo al criterio del autor; y en el plano musical-folclórico, pueden ser esquinazos, dichos, refranes populares, formas de lenguaje ya sean nacionales o propias del geográfico criollismo; como diríamos en mi literario y creativo Chile; las conocidas canciones o las payas, que a mí en lo personal, tanto me apasionan. Y al remontarme a la forma de los libros, cito algunos géneros literarios: cuentos, novelas, poesías, ensayos, artículos periodísticos, pero quiero rescatar una leyenda histórica, dentro del folclor, la historia y la literatura chilena:
EL MULATO TAGUADA CONTRA DON JAVIER DE LA ROSA
Se enfrentaban el mulato Taguada, maulino, apodado El Invencible; y don Javier de la Rosa, caballero latifundista de Copequén, as del guitarrón, filósofo y astrónomo y cantor jamás aventajado. “El mulato Taguada contra don Javier de la Rosa”, representa uno de los enfrentamientos más clásicos; entre las clases sociales agrícolas en el campo chileno: La figura de Patrón contra el Peón. Don Javier de la Rosa, acomodado cantor; y Tahuada (o Taguada); quien va convirtiéndose, en la personificación del pueblo oprimido e ignorante, de “cosas de universidad”. Los payadores son la gloria del folclor americano. Sus torneos en verso, con pies forzados y con respuestas instantáneas; eran duelos caballerescos en donde se buscaba la más alta expresión del ingenio, y la viveza populares. La tradición chilena recuerda una paya de proporciones homéricas; desafío sin paralelo en el que dos hombres estuvieron: ¡Ochenta horas dando y recibiendo!, tratando de vencerse. Ni antes ni después hubo algo parecido. Hasta que uno de ellos no fue capaz de seguir, y apabullado por la amargura y la vergüenza, tomó el camino de la muerte. Según Antonio Acevedo Hernández (y lo confirman los versos), San Vicente de Tagua -Tagua hacia 1830. Había de por medio una mujer, la prometida de Taguada; a la cual cortejaba el caballero y cuyo amor esperaba conquistar, si vencía a su amante. Con unas tijeras le cortó el ala del sombrero; y se lo plantó en la cabeza, en señal de inolvidable afrenta. En medio de un silencio trágico, Taguada se alejó, dejando la guitarra abandonada, y partió a caballo como quien va huyendo. No iba solo: llevaba al anca a la mujer que, pese a todo, deseaba unir su vida a la suya. Galoparon hasta que se hizo de noche. De pronto el infeliz se detuvo; y se apeó del caballo, para ir a sentarse en una piedra a la orilla del camino. La muchacha se quedó a unos pasos de distancia, sin atreverse a importunarlo. Doblado en dos, con su sombrero convertido en bonete de ignominia, el hombre parecía meditar bajo las estrellas; en las riberas del Río Zamorano. Su amante le tomo la mano, y supo que el Mulato estaba muerto. Pasó un largo rato. Creyendo que dormía, la niña fue a echarse a su lado y cogió sus manos, que quiso besar... Entonces supo que nunca más en el mundo, volverían a oír la voz del Mulato Taguada. Ganando don Javier de la Rosa que por secretaría; le cortó el sombrero al Mulato con una tijera y este partió con su amada, triste, hacia la muerte. Me permito citar, a otro gran representante de las artes poéticas; del Chile histórico y literario; me refiero al poeta popular Bernardino Guajardo, entre los años 1880 y 1881. Analizado por el lingüista y estudioso del folclor, Rodolfo Lenz. Cuando publicó su estudio, sobre la poesía popular impresa en el año 1920. Bernardino Guajardo, quien en dichos años, estuvo considerado el más grande poeta; al publicar sus versos en cinco pequeños cuadernillos, según la tecnología de esa época. Causando tal impacto que otro vate y dramaturgo, además de editor de periódicos satíricos, Juan Rafael Allende, le publicó sus poemas con el con el seudónimo de “El Pequén”, entre los años 1866 y 1930. En una edición de 8.000 ejemplares, a ser distribuidos, entre los soldados de la Guerra del Pacífico. Como dato anexo, cito a otros poetas populares; contemporáneos a Bernardino Guajardo: Nicasio García, Daniel Meneses y Rosa Araneda. En estas líneas y años, no puedo dejar de citar, a dos obras cumbres de la literatura argentina: SANTOS VEGA Y MARTÍN FIERRO. Contemporáneos históricos y poéticos, de estos dos formidables y eximios maestros de la paya chilena: EL MULATO TAGUADA Y DON JAVIER DE LA ROSA. Por lo enredado, complicado, y contradictorio que soy; impondría mi literario (no personal) planteamiento en las letras, en el género del cuento:
LA TÉCNICA DEL CUENTO APLICADA A LA CONTRADICCIÓN
Llevada a un plano fantástico, en lo que me remonto a épocas pasadas, para relacionarlas con términos del lenguaje actual; aludiendo al fenómeno lingüístico de las variaciones del lenguaje. No a los tipos de lenguaje; sino a sus modificaciones, de acuerdo a una etapa histórica, y en el caso particular del cuento, sea esta fantástica, imaginaria, irreal, ilusoria, donde me doy el lujo de rescatar elementos que son de la realidad; para interrelacionarlos con mi desbordada imaginación literaria y delirante; como diría el crítico literario Alone, Hernán Díaz Arrieta. Que al lector le impactaría, en lo que podría ser la presentación y lectura de un título; por lo absurdo que le resulte, y el desarrollo extensivo de su argumento. Y como yo siempre bromeo, “es que estos cuentos si me los leen los señores: Jorge Luis Borges, y Julio Cortázar, los dejarían consternados”. Y en relación a este tipo de escritura, como escuche al pasar, “se hace lo que se puede, se bebe lo que se debe y….”, el resto a la imaginación del lector, ja, ja, ja. Es que yo soy así, dicharachero, chacotero, bromista, y con el sentido del humor, que nos caracteriza y destaca a nosotros los folcloristas. Así como fue retratado el señor Jorge Luis Borges, por el escritor Roberto Alifano, en su libro: “El humor de Borges”. Pero, en lo que es la narrativa extensiva del género del cuento; como digo yo, y no sé si otros autores y/o escritores concuerden conmigo: “Me gusta hablar con bases”. Por ejemplo cuando cito a mis personajes; y otros que son reales; o lo fueron, situados en un contexto histórico, geográfico y literario determinado, a gusto mío claro esta, y perdonen la redundancia. Además de documentarme sobre todo tipo de localidades, ciudades, países, temáticas, asociación de un personaje, con un lugar geográfico determinado, historia, leyendas, cuentos, mitologías, situaciones, hechos, autores, instituciones, costumbres antropológicas, personales culturales, deportes, formas de lenguaje, obras de la literatura universal; o de cualquier tipo arte, como: cine, música, cómics, pintores, períodos históricos; en las cuales voy desarrollando la obra; según el enfoque y desarrollo de la narrativa extensa que le estoy dando. Y para finalizar esta presentación, cito una anécdota; de una señora que se encuentra casualmente en la calle, con el señor Borges, y le dice, “Señor Borges, yo nunca he leído nada suyo”, y el señor Borges le responde: “¡¡¡No lo hagaaaa!!!!.
Fin
PATRICIA
Era una triste y melancólica tarde, en un largo transcurrir de interminables horas en las que a la sombra de un perdido y ya frío fondo, de una estilizada taza de café; se dejaba ver para luego perderse en el tiempo y el espacio, el elegante humo de sus deliciosos, caros, e importados puros al café y a la vainilla. Levantándose ávidamente de su silla, para dejar estampado en la servilleta de papel, su romántico brillo labial. Porque en los femeninos y recónditos dominios de su cartera “Louis Vuitton”, Patricia escondía su dorado Revolver Chiefs Special Combat .380 Smith & Wesson. Un arma de lujo, especial y orientada de acuerdo a los exigentes pedidos que demandaban las orgullosas y distinguidas damas. Que tenía su emotiva historia, ya que fue adquirido en una secreta tienda de antigüedades, situada en una muy discreta y poco conocida calle de París. Su sombrero de piel era muy elegante. Además de su exclusiva piel de zorro, que abrigaba y acariciaba su aromatizado cuello, con su perfume de “Paloma Picasso”, adquirido recientemente en Moscú. Sin contar además con toda la elegante vestimenta de presentación clásica y señorial, que siempre lucía Patricia armonizando de una forma casi arrabalera, de los escenarios argentinos del tango; junto con la romántica melodía de pub que sonaba de fondo, con todo el clasicismo del elevado rankin que se escuchaba. Y que Patricia ponía en el wurlitzer para que se oyera una y otra vez, porque era una de sus tantas favoritas de Patricia para dicha ocasión: “Algo más”, del grupo español “La Quinta Estación”. En ese exclusivo y por supuesto lujoso café del centro de Santiago de Chile.
La espera de Patricia duraba una insoportable eternidad, de acuerdo al correo tradicional certificado que le había llegado de Londres. Dicho correo le anunciaba la cita de su misterioso caballero. Vestido y enfundado en su detectivesco abrigo de gabardina, casi parecido al que llevaba todo el tiempo John Constantine. Porque Jorge era todo un misterioso galán para Patricia, similar al mismísimo Sherlock Holmes; ya que Jorge se lucía excéntricamente con su característica chaqueta de color beige; y que no se lo sacaba para ninguna ocasión. Con mayor razón si tenía que encontrarse con una misteriosa y hermosa dama, como lo era Patricia en sus secretos negocios. Al mismo tiempo que Jorge fumaba incesantemente sus deliciosos e importados puros al café y a la vainilla, (los mismos que Patricia) en cualquier ocasión cotidiana, o simplemente cuando no los tenía cigarrillos de marca Camell y/o Marlboro, como en cualquier día de semana. Su esperado galán no era rubio con John Constantine a juzgar por su descripción, sino muy moreno, un fornido hombre muy a mal traer, mal afeitado, al que se le notaban sus desarrollados y robustos brazos, típicos de los estibadores porteños; en los que lucía sus estampados tatuajes: En el brazo derecho el corazón flechado de “Marina”, y en el izquierdo, una hermosa sirena que decía “Lorena”. Patricia todo el tiempo recordaba a Marina, porque le encantaba jugar y nadar en las hermosas playas del grande y poético mar de los Estados Unidos. Era toda una sirena como la describía Jorge, o una pincoya como diríamos en Chile, que bailaba musicalmente con las olas del cantante mar. El vínculo personal y amistoso que tenía Patricia con Marina, era que Marina era la amiga de su ansiado galán llamado Jorge. Ya que Marina en más de una oportunidad había llamado a Patricia, al teléfono de red fija que tenía en su palacio inca del Perú. Pero Patricia con Marina nunca se habían visto en persona, y Patricia sólo tenía referencias de Marina, mediante los comentarios que le había hecho su enfundado y misterioso galán. Sí, Jorge era todo un personaje, porque estaba grabado en los cercanos y al mismo tiempo alejados recuerdos, que Patricia poseía en su comercial mente, de su enigmático caballero. Dichos recuerdos sometían a Patricia en un estado de espera y de tensión; por dejarla todo el tiempo en una eternidad indignante al hacerla estar sentada en los caros y decorados salones de dicho café. Pero en esta espera desesperada, existía un curioso detalle que a Patricia le desconcertaba: El detalle consistía en las cartas que le enviaba Jorge, escritas por su puño y letra, y que Patricia no cesaba de leer una y otra vez en su reservada mesa en la cual estaba ya muy ansiosa esperando a su galán. Cartas que Jorge le escribía con su mano izquierda porque era zurdo, y le llegaban por el expreso correo tradicional a su palacio. Patricia es una dama muy exigente, fina y refinada. Porque dentro de sus taxativos gustos, si un apuesto y elegante caballero la invitaría o la sacaría a bailar un romántico y sensual tango; debería hacerlo o tendría que bailarlo predominando la fuerza masculina de la mano derecha. Claro que si su esperado galán, en alguna remota oportunidad de su vida hubiera bailado un tango, bueno, lo habría intentado y por qué no, lo habría logrado. Evidentemente que no con el desplante y gallardía del maestro Carlos Gardel; pero habría salido medianamente airoso de tan romántica situación, ya que para Patricia el tango es un sensual cortejo que ella espera, y exige de su enigmático galán. De lo que Patricia sí sabía y estaba al tanto de Lorena, era que era la hermana menor de su esperado Jorge. Como él mismo la describía: “Era la mano izquierda, en sus porteños negocios de estibador”, por ayudar todo el tiempo a Jorge en su trabajo, de ahí el simbolismo de haberse tatuado el nombre de su hermana en el brazo. En esta espera que ya era una divagación para Patricia, porque no contaba ya el número de cafés que había consumido, recordaba -aparte de Jorge- la preciosa balada melódica, que había escuchado al pasar en las disquerías de Santiago, llamada “Alfonsina y el mar”. Interpretada por la contemporánea de la señora Violeta Parra en Chile: La gran eminencia del folclor argentina, y que era toda una institución, doña Mercedes Sosa, la negra. Pero había otra canción del pop actual, que hacía delirar a Patricia, y que no paraba de ver su video-clip en el computador que tenía en su palacio inca, y esta canción era:
Por Madonna.
Como una oración
La vida es un misterio,
Todos deben sostenerse por sí mismos,
Te escucho decir mi nombre
Y me siento como en casa.
Coros:
Cuando decís mi nombre, es como una pequeña oración.
Estoy de rodillas, quiero llevare ahí.
A medianoche puedo sentir tu poder
Exactamente como una pequeña oración,
Sabes que te llevaré ahí.
Escucho tu voz, es como un ángel cantando.
No tengo opción, escucho tu voz,
Se siente como volar.
Cierro mis ojos,
OH Dios creo que me estoy cayendo,
Fuera del cielo, cierro mis ojos
Que el Cielo me ayude.
(Coros)
Como un niño, me susurras suavemente,
Estás en control, como un niño,
Ahora estoy bailando,
Es como un sueño,
Que comienza y no termina
Estas conmigo. Es como un sueño
Deja que el coro cante
(Coros)
Exactamente como una oración,
Tu voz me puede llevar ahí,
Exactamente como una musa,
Para mí eres un misterio.
Exactamente como un sueño,
No eres lo que pareces ser,
Exactamente como una oración.
Sin opción, tu voz me puede llevar ahí.
Exactamente como una oración,
Te llevaré ahí,
Para mí es como un sueño.
FIN
Por el fuerte e impactante contenido de su letra e imágenes. Por el problema y la cuestión racista y religiosa que plateaba dicho tema; cuando Patricia veía una y otra vez el video-clip en su palacio, mostrándole un intenso dramatismo, en una impactante forma de arte. Llevada a la maestría de las tablas, en su escenas de terminación final. Pero a pesar de que Patricia no hablaba inglés, para ella le quedaba muy claro el mensaje. Eso sí, no de una forma auditiva sino visual. Porque interpretaba a Dios como la religión norteamericana, representada en la raza blanca y esta última a la claridad divina. Ahora el dramatismo fuerte e impactante de las cruces en llamas, le recordaban al Ku Klux Klan, por los ataques directos y raciales en contra de los llamados hombres de color. Y Patricia lograba impactarse con la marcada violencia, que no venía de los detestables negros; sino de los hombres blancos, unos delincuentes que habían agredido físicamente a una indefensa dama. Y la ayuda que logró tan sufrida víctima, no se la dieron los representantes de la divina iglesia católica en la tierra; sino que vino de parte de los segregados negros, cuando el santo acude a su ayuda. Para de esa forma socorrerla, y el premio que recibió el despreciado negro por arriesgar su vida, y mostrar una desprejuiciada humanidad, en pos de una inocente víctima de casuales circunstancias, fue la injusticia del hombre blanco, vale decir el castigo y la prisión. Porque fue llevado detenido y sometido, por la divina justicia del hombre blanco, representada en la tierra por los honrosos policías.
El dramatismo y la desesperación exacerbados de una dama indefensa y frágil, al recordar inconscientemente la frase que Patricia no sabía en su traducción del idioma ingles al español: “Que el Cielo me ayude”. La interpretó mentalmente, cuando vio a los delincuentes de su propia raza, agredir violentamente a la indefensa víctima, que era una frágil señorita. Pero los blancos que eran los representantes de Dios en la tierra, le niegan su ayuda; y en lugar de prestarle auxilio, le dan un castigo al héroe de color: El santo negro. Quien arriesgó su vida, para defender a una victima que podría haber sido considerada su enemiga racial. Posteriormente se logra ver la aplicación de la exacta justicia, al ser perdonado y sacado de la cárcel, cuando la mismísima Madonna, aclara la situación en los cuarteles de la policía. A Patricia le causaban escalofríos, además de quedar totalmente estremecida por dichas imágenes. Su fuerte impacto artístico de tan magistral y musical obra, era un aspecto curioso que a Patricia le llamaba enormemente la atención de ese magistral video-clip, y eran preciosamente los coros negros de iglesia. Vale decir la raza segregada y enemiga del Dios blanco, que le cantaba con fuerza, alegría, ritmo, fe, y devoción. En un alegre, popero, y religioso baile interpretado artística y profesionalmente por la consagrada Madonna. En este contemplar y escuchar, una y otra vez dicho tema le daba como resultado a Patricia una idea que le quedaba en su subconsciente, y sin darse cuenta en su traducción era: “La vida es un misterio”. Curioso y contradictorio rasgo intelectual, perfilado en tan orgullosa y consumista dama como lo era Patricia. Debido a que ella sólo pensaba en: Las modas actuales, sus gustos importados, las ofertas de turismo internacional, sin nombrar por supuesto los anuncios mercantiles de publicidad; que veía todo el tiempo en las electrónicas páginas que su computador personal de lujo, hecho con madera nativa que le mostraba en su carísimo palacio inca, que tenía para sus vacaciones en Perú. Como ella misma le decía a su Penthouse, de última, decorativa, y actual vanguardia esteticista, que había comprado años atrás en Perú. Su Penthouse había sido confeccionado con el carismático estilo del arte pop, que lo había decorado el mismo Andy Warhol en persona; y que Patricia se enteró de su existencia, por un remate internacional, al que asistió a Nueva York. Porque en la consumista mente de Patricia, sólo desfilaban euros, dólares, y productos exclusivos dignos del más excéntrico de los coleccionistas europeos. Porque a Patricia nunca le interesó o le pasó por su mercantil mente, que “la vida es un misterio”. Sólo podría haber enfocado ésta idea de reflexión, hacia los personales gustos de su pagado y carísimo mundo. Nunca se le ocurrió pensar que tan simple frase, le podría ocasionar un fuerte enfrentamiento físico, que no la llevarían a los relajados y caros mall, sino que a los silenciosos y deprimentes pasillos de un desconocido, -para ella- hospital. Extraña actitud por parte de Patricia, ya que lo que ella misma decía, era que de entre sus virtudes, no estaba la paciencia. Pero sí le llamaban la atención los extensos discursos que a veces, cuando estaba aburrida le tocaba escuchar por las radios y canales internacionales de su palacio, escrito y declamados por el señor Martín Luther King:
Tengo un sueño
Hace cien años, un gran estadounidense, cuya simbólica sombra nos cobija hoy, firmó la Proclama de la emancipación. Este trascendental decreto significó como un gran rayo de luz y de esperanza para millones de esclavos negros, chamuscados en las llamas de una marchita injusticia. Llegó como un precioso amanecer al final de una larga noche de cautiverio.
Pero, cien años después, el negro aún no es libre; la vida del negro es tristemente lacerada por las esposas de la segregación y las cadenas de la discriminación. Vive en una isla solitaria en medio de un inmenso océano de prosperidad material, todavía languidez en las esquinas de la sociedad estadounidense, y se encuentra desterrado en su propia tierra”.
(Fragmentos).
La incansable y desesperada espera de Patricia transcurría, minuto a minuto, canción a canción al mismo tiempo que no paraba de fumar y de ordenarle a la camarera café tras café; al mismo tiempo que ya a esas alturas se sabía de memoria la canción de La Quinta Estación “Algo más”. Mientras que revisaba una y otra vez incansablemente su cartera, para tener listo y aceitado su femenino y flamante revolver, por supuesto, listo para cumplir su misión. Ya que por rudo, marítimo, y porteño que era su galán, hasta él mismo sabía que era de mala educación, el hacer esperar a una dama, y más aún no cualquier dama, sino su prometida. Porque con lo exigente, estricta, femenina, y refinada que era Patricia, sí tenía en mente imágenes claras de la fuerte y agresiva violencia del video clip “Like a player” de Madonna, que quién sabe a qué consecuencias desastrosas la habrían podido llevar. Porque todo el tiempo mantenía en los caros y misteriosos dominios de su cartera, su revólver. Hasta el punto de que podría dejar olvidado el celular, en sus estéticas y decorativas habitaciones de su selecto palacio. Su rudo príncipe azul, que a simple vista no parecía muy romántico, porque era un estibador típico del puerto de San Antonio, mal vestido y a mal traer. Un estibador como de los que Patricia había tenido referencia por los diarios nacionales, que acostumbraba a juntar y acumular en las gavetas de su salón de su palacio; por consiguiente, su esperado galán debía llegar como mínimo con su respectivo obsequio, digno del 14 de febrero día de los enamorados, para tan exigente señorita. Sea éste obsequio el clásico y tradicional paquete de bombones importados de Suiza; o el infalible ramo de flores holandesas, porque Jorge tenía contactos internacionales con los barcos que entraban y salían del puerto, donde desempeñaba sus poco románticas y marítimas funciones laborales. Patricia, ya estaba cansada de mirar la hora, en su reloj de oro egipcio, que había adquirido en sus “aburridos”, -como ella misma los describía-, viajes a África; y a esas alturas del día, ya simplemente no soportaba la espera, de su galán. La desesperación, rabia e impaciencia que Patricia sentía en aquellos momentos la habían llevado al extremo de haber terminado, hasta el último de sus deliciosos e importados puros. Y esa actitud sí ponía de muy mal humor a Patricia, porque en el café donde estaba, ya ni siquiera sonaba su canción favorita de Madonna. Hasta que por fin, y en medio de una ruidosa, estrepitosa, musical espera mental; porque ya no había ni siquiera música de fondo en tan caro y selecto local; aparece cruzando la puerta campantemente su esperado estibador. Patricia en esa tensional situación, ya casi rebosaba de furia, por la infinita e interminable eternidad de atraso de 10 minutos, a la que Jorge la había hecho someter. Entonces la ya indignada fémina, recordó con toda la rabia que tenía acumulada las fuertes imágenes de violencia que desfilaban en su mente, una y otra vez; Y que ya había memorizado, por las innumerables veces en que había visto su video clip favorito de Madonna, en la pantalla de plasma de su televisor de última tecnología japonesa en su palacio, que decoraba su salón predilecto; teniendo en ese momento una revelación mental, que ni ella misma sabía que albergaba en su inconsciente: “La vida es un misterio”. Su sorpresa fue mayúscula al darse cuenta de que ve acercarse a Jorge, que no traía absolutamente ningún regalo en sus manos; debiendo haberle traído un presente, digno de los exigentes y caros gustos internacionales, que a Patricia la volvían loca. Se acercó tranquilamente a ella, mal vestido, y de una forma relajada la saludó románticamente con un beso en la mano. Dicha actitud ya había sacado de sus cabales a Patricia, y tenía en mente el mostrar frente a todos los clientes del café, su elegante y brillante revolver, de sus onerosos dominios de su cartera. Con una tranquilidad propia y típica de los marinos porteños, su esperado galán se sacó su raída y corriente chaqueta; para dejarla en la otra silla de su reservada mesa en donde estaba sentada Patricia. Era una chaqueta sucia no como la que a Patricia le hubiera gustado que tuviera, la misma o por lo menos una parecida a la que todo el tiempo llevaba John Constantine. Entonces con toda la calma del mundo Jorge se acerca a Patricia, y le dice, “¿cómo estás mi amor?”. Pregunta que le sonó a burla a Patricia, porque venía sin absolutamente nada que obsequiarle. Entonces Jorge que estaba vestido con una raída camiseta, sin mangas; y que dejaba ver de una forma prácticamente luminosa sus estéticos tatuajes, le dice; “tengo algo para ti”. Y saca del bolsillo interno de su vieja y gastada chaqueta que había dejado en la silla de al lado de su mesa de siempre, que Patricia reservaba todo el tiempo con anticipación a su nombre; un sencillo paquete que se le notaba el dorado elegante que tenía. Patricia no aguantó más la indignación, y sin importarle ninguna diplomacia y elegancia señorial, sacó de su bolso su flamante Revolver. Y le apuntó directamente al cuerpo de Jorge. Esa dantesca escena causó un pavor y terror colectivo en todos los clientes del café, y con estupor Jorge la mira y le dice: “Aquí tienes mi amor, los deliciosos e importados puros al café y a la vainilla, que te gustan tanto”. Entonces Patricia ya un poco más calmada toma uno, porque ya se le habían terminado, y le dice: "¡me has hecho esperar una eternidad!”. Mientras que el también se llevaba uno a la boca; le deja tranquilamente la cajetilla dorada en la meza, y le pregunta, “¿mi amor, tienes fuego?”, “sí”, responde Patricia. Y sin ningún acto diplomático, digno de las más antiguas damas embajadoras de la corte francesa histórica, le apuntó al cuerpo, apresurándose a apretar el gatillo de su Revolver, que Patricia siempre llevaba en su bolso para ocasiones especiales.
EL CHASQUI QUE VIAJABA EN UNA HARLEY DAVIDSON.
“Los misterios y los designios se hacen palabras, toman formas, adquieren colores y resonancias. Y aquí esta lo profundo y duradero, el espíritu de lo popular, el alma del pueblo que es eterna como sombra y como reflejo”.
A lo lejos, por entre una abrumadora polvareda que marcaba el camino del lejano horizonte; al mismo tiempo en que se junta el cielo con el mar, en una escena metafísica y surrealista se lograba distinguir una pálida e indefinida silueta. Pero imposible de definir a la distancia, por esa ambigua combinación de niebla camanchaca, polvo, atardecer, y rayos de sol del temprano y melancólico otoño. Porque la figura que se acercaba lentamente a nuestra hacienda campesina, no lográbamos distinguirla visualmente con tangible claridad; debido a que no sabíamos si era un jinete, un ciclista, o un motociclista. En la medida en que se acercaba, poco a poco, metro a metro, lográbamos ver que era una figura imponente, notoria por el espacio físico de su estampa. Su acercamiento era lento. Poco a poco ya la podíamos vislumbrar, claro que de una forma muy borrosa; pero aún no la lográbamos ver con claridad ni definir por el crepúsculo de la tarde; que se entremezclaba con la abrumadora y extensa niebla extendida, a esas horas por estos pagos. Dichos pagos, o territorios, que por supuesto eran netamente chilenos, (ya que estamos hablando de los campos de Rancagua) me recordaban a las agrestes pampas argentinas. Por toda su inmensidad y amplia extensión campestre, de entre la polvareda, la niebla camanchaca, y por supuesto los macilentos atardeceres de las llanuras otoñales. Versificadas, descritas y estampadas en los hermosos cantos, que el gran payador argentino Santos Vega había poetizado. Y a quien mi bisabuelo rancagüino conoció personalmente; cuando tan famoso payador tomaba su guitarra y le cantaba al caer el crepúsculo, estos hermosos versos:
El alma del payador:
Cuando la tarde se inclina
sollozando al occidente,
corre una sombra doliente
sobre la pampa argentina.
Y cuando el sol ilumina
con luz brillante y serena
del ancho campo la escena,
la melancólica sombra
huye besando su alfombra
con el afán de la pena.
Cuentan los criollos del suelo
que, en tibia noche de luna,
en solitaria laguna
para la sombra su vuelo;
que allí se ensancha, y un velo
va sobre el agua formando,
mientras se goza escuchando
por singular beneficio
el incesante bullicio
que hacen las olas rodando.
Dicen que, en noche nublada,
si su guitarra algún mozo
en el crucero del pozo
deja de intento colgada,
llega la sombra callada
y, al envolverla en su manto,
suena el preludio de un canto
entre las cuerdas dormidas,
cuerdas que vibran heridas
como por gotas de llanto.
Cuentan que en noche de aquellas
en que la Pampa se abisma
en la extensión de sí misma
sin su corona de estrellas,
sobre las lomas más bellas,
donde hay más trébol risueño,
luce una antorcha sin dueño
entre una niebla indecisa,
para que temple la brisa
las blandas alas del sueño.
Mas si trocado el desmayo
en tempestad de su seno,
estalla el cóncavo trueno
que es la palabra del rayo,
hiere al ombú de soslayo
rojiza sierpe de llamas,
que, calcinando sus ramas,
serpea, corre y asciende,
y en la alta copa desprende
brillante lluvia de escamas.
Cuando, en las siestas de estío,
las brillazones remedan
vastos oleajes que ruedan
sobre fantástico río,
mudo, abismado y sombrío,
baja un jinete la falda,
tinta de bella esmeralda,
llega a las márgenes sola...
¡y hunde su potro en las olas,
con la guitarra a la espalda!
Si entonces cruza a lo lejos,
galopando sobre el llano
solitario, algún paisano,
viendo al otro en los reflejos
de aquel abismo de espejos,
siente indecibles quebrantos,
y, alzando en vez de sus cantos
una oración de ternura,
al persignarse murmura:
¡El alma del viejo Santos!
Yo, que en la tierra he nacido
donde ese genio ha cantado,
y el pampero he respirado
que al payador ha nutrido,
beso este suelo querido
que a mis caricias se entrega,
mientras de orgullo me anega
la convicción de que es mía
¡la patria de Echeverría,
la tierra de Santos Vega!.
Hasta que por fin se disipan todas nuestras dudas, ya que nuestro misterioso personaje, llega de una vez ante nosotros. Ya no nos cabía la menor duda, era un motorista. Porque hace su entrada triunfal en una campante y flamante motocicleta; que en su parte trasera se le notaba claramente el banderín que decía: “Harley Davidson”. Había llegado a nuestra tranquila y natural hacienda, propia de los campos chilenos, por su característico relajamiento, muy contrario a las ciudades grandes como Santiago, que a pesar de estar a poco tiempo de donde estábamos, era todo lo contrario en lo que a vida cotidiana se refiere. Nuestra hacienda era caracterizada por las escenas más históricas y folclóricas, descritas como las hermosas y poéticas regiones geográficas de nuestra angosta y larga faja de tierra. Era una hacienda propia de los campos chilenos, decorada y adornada con hermosos copihues, hojas de pino, ruedas de carreta, fardos de paja, y yuntas de bueyes; infaltables en toda escena típica de la zona central, de nuestro largo y querido Chile. Porque entre su nutrida decoración, no podían faltar además las flamantes monturas, y las brillantes espuelas de plata de mi abuelo, huaso oriundo de Rancagua. Que cuando galopaba en el campo, no soltaba el rebenque y la chupalla, además de lucir gallarda y orgullosamente toda su colorida vestimenta, propia de la zona central. -Era una deliciosa y agreste hacienda-, pensaba yo interiormente a la luz de esos lejanos rayos de sol; relajada y natural donde estaba yo y mi grupo de amigos campesinos, al fondo de esos melancólicos otoños y de folclóricas tonadas que interpretaban elegantemente los Huasos Quincheros como “El Corralero”.
Debo agregar también que en ese folclórico ambiente, muy parecido a los roderos chilenos, era infaltable la buena y jugosa carne al palo (plateada). Eso sí, dicho manjar era propio de los esteros del río Maule, entre campos y los frutos maquis de la zona. Y por supuesto no podía faltar en tan formidable y opípara ocasión, el calor de un delicioso vino chileno navegado, con canela para el sabor y deliciosas rodajas de naranjas continentales. Posibles de encontrar, hasta en los mercados más remotos y lejanos de toda Europa. Como mi abuelo huaso rancagüino, me había contado que había leído una vez, en un ejemplar del primer periódico que había visto en un museo, y no olvido su nombre “La Aurora de Chile”. Ya a la bajada del crepúsculo, entre la polvareda, la camanchaca y el poético otoñal atardecer de nuestra pintoresca hacienda, aparece nuestro misterioso personaje; vestido totalmente de cuero negro tipo veterano de la guerra de Viet-Nam de los años ’60. Y a juzgar por su apariencia y estampa en lo que se refiere a su vestimenta, no me cabía le menor duda que era un yankee que se compró una motocicleta, y salió a recorrer el mundo. Entre el misterioso y tranquilo crepúsculo, que marcaba nuestro folclórico atardecer, dicho motorista apagó su imponente motocicleta. Se bajó de ella de la misma manera en que mi abuelo solía desmontar gallardamente su caballo, mostró sus flamantes botas de cuero negro, muy diferentes a las polainas de los huasos, se acercó a nosotros, y nos dijo: “Buenas tardes amigos, me llamo Pedro”. Su forma de caminar no era como la de los campesinos de nuestra hacienda, pero sí se hacía notar para deslumbrar e impresionar. Nosotros nos quedamos sorprendidos por la estampa de nuestro misterioso visitante, por su forma de llegar, ya que no era a caballo, claro que parecía un jinete, pero por sobre todo por su vestimenta, pantalones y chaqueta de cuero negros, y por su flamante motocicleta, además. Luego que nos saludó amablemente, como que empezamos a tener confianza con él, porque nos había dicho su nombre. Entonces nos dice tranquilamente, “disculpen la molestia como he escuchado decir en Chile al pasar y con todo respeto, es que ando medio perdido. Y amigos, no se extrañen por mi vestimenta, resulta que soy un chasqui”. ¿Un chasqui?, pensé yo. Pero caramba que anda perdido este caballero, entre el tiempo, los campos y el espacio, les comenté a mis otros amigos; y ellos dijeron que sí, que estaba muy perdido. Porque hasta donde mi abuelo me había contado, si viene cierto era huaso pero muy letrado, los chasquis eran los mensajeros incas, que utilizaban un sistema de postas. Eran jóvenes de 18 y 20 años, entrenados para correr y llevar las cartas. Además la palabra “chasqui o chasque”, se incorporó a la lengua española el año 1535. En lo que podría haberse parecido a los chasquis, nuestro misterioso visitante, era que recorría campos, praderas, y toda la naturaleza días enteros. Porque en los tiempos de los chasquis, aún no se fundaban las actuales ciudades como las conocemos hoy en día. Sino que se vinieron a edificar con el conquistador Pedro de Valdivia en Chile, muchos años después. Ahora por la apariencia de nuestro amigo, más que un chasqui inca parecía un veterano de Viet-Nam como ya lo habíamos dicho, de los años ’60. Y de joven poco le iba quedando, porque una vez que se había sacado el casco, demostraba tener sobre 40 años. Nos causó una fuerte y gran impresión de extrañeza su apariencia en cuanto a vestimenta y lo que se decía ser. “Tranquilos señores”, nos dijo ya de una forma más relajada. “Lo que pasa es que en mi grupo de amigos del club de la Harley Davidson, me dicen el chasqui, así peyorativamente porque ando en la motocicleta todo el día; y además soy el mensajero del club”. Nosotros ya nos habíamos recuperado de la impresión, por las explicaciones que Pedro nos había dado, y poco a poco nos íbamos familiarizando más con nuestro misterioso visitante. ¿El mensajero del club?, le pregunté yo. Sí, respondió Pedro. “Es que esta hacienda rancagüina es muy famosa, y conocida hasta internacionalmente por sus cultivos; y es por eso que mi club me envió a dejarles un mensaje a ustedes”, nos dijo Pedro. ¿Un mensaje?, le preguntó Rosendo. – Pero hoy en día con la tecnología que hay, no es necesario que venga por estos pagos personalmente a dejarnos un mensaje, ya que si viene cierto ésta es una hacienda campesina, pero, hasta los teléfonos celulares toman la señal por acá en el campo, le dije. Además tenemos un teléfono de red fija. “Sí amigo, es cierto y tienen razón”, nos dijo Pedro. “Pero en mi club a pesar de que ustedes son conocidos, nadie se sabe sus teléfonos de contacto; ni tampoco sus correos electrónicos”. “Tienes razón, Pedro”, le dijo Rosendo. “Pero ven, y comparte con nosotros que aunque te parezcamos diferente por tu vestimenta, porque quizás nos ves como arrieros acampados, por estar acá al aire libre, al lado de este apetitoso asado, y un amistoso vino navegado, no te quedes ahí parado y disfruta de nuestra camaradería”, le dije. “Claro”, respondió Pedro. “Y sírvete este vino navegado que está para despertar muertos”, le dijo Rosendo. Luego de haberse servido unas tazas de vino navegado, yo le pregunté, ¿Y cuál sería el mensaje que nos vienes a dejar?, entre trago y trago, que le servía Rosendo. Y a Pedro parecía encantarle más a cada momento porque nos daba la impresión de que no lo había probado nunca, debido a que le gustó el sabor dulce y el aroma de las naranjas. “Es una invitación”, nos dijo Pedro. ¿Una invitación, y en qué consiste?, le preguntó entusiasmado Rosendo, que se distrajo un poco de nosotros, y en eso le dije, “oye Rosendo, nosotros también tenemos sed”, y todos nos largamos a reir, porque solo se servía vino navegado Rosendo, y él a Pedro. Es para una reunión de tipo folclórica, nos dijo Pedro. ¡Pero si a comer nos llaman!, nos dijo Rosendo, mientras terminaba de servirse una taza de navegado. ¿Y dónde es el festejo, mi alma?, como decimos acá en Chile, le pregunté a Pedro. – Cerca de aquí amigos, es al otro lado. ¿Y dónde queda el otro lado?, le pregunta extrañado Rosendo, y Pedro nos responde, ¿pero cómo no saben ustedes donde queda el otro lado?. Con toda la belleza y tranquilidad propia de estos hermosos parajes y campos chilenos. Ustedes que se ven de lo más campesinos que hay, sin ofender por supuesto, y no saben donde queda el otro lado. Entonces Rosendo le dijo, “ah, Pedro, tú te refieres al lado de los argentinos. Ahora nos vamos entendiendo”. Por supuesto Rosendo,- le dice Pedro. “Es al otro lado. Al costado de estas hermosas planicies y llanuras chilenas, donde tenemos las pampas argentinas, y que son igual de folclóricas y lindas que las de este lado”, replica Pedro. Y ahora que te vas interiorizando de nuestro folclor, Pedro, -le dije, gracias por la invitación, entonces, en ese momento Pedro iba a decir algo cuando yo le dije “Pedro, escúchame atentamente, porque cuando un burro rebuzna, los otros paran la oreja, sigue ese ejemplo”. Y nuestro misterioso visitante, que ya no era tan misterioso, porque se había presentado y nos contó de dónde venía a pesar de que lo veíamos muy serio a su llegada, se puso a reír. Luego se volvió a su motocicleta, y como cual jinete experimentado que revisa sus alforjas, sacó unas botellas de vino, y cuando terminó de reír nos dijo: “Es que está entretenido el dicho”, sí se lo había oído a unos campesinos, cuando les pregunté el camino para llegar a dónde estaban ustedes, ya que ésta hacienda es muy famosa por estos lados. Y perdonen que me ría, nos dijo Pedro, pero es muy especial el humor que ustedes los chilenos tienen, con mucha sabiduría, en todas las frases típicas de los lindos y floridos campos chilenos de este lado. “Claro que hay sabiduría en nuestro folclor”, le dijo Rosendo. La sabiduría popular que todos aprendemos, sin necesidad de profesores, escuelas, o lugares de enseñanza académica. Solo es necesario que tu Pedro, converses con cualquiera de los campesinos, huasos, inquilinos, gañanes, peones, patrones de fundo, trabajadores del campo, y todos te van a enseñar algo, que no se te va a olvidar más, le dije. - En un especial lenguaje que a primera vista, te va a parecer quizás gracioso, pero es lenguaje campesino, porque vas a aprender más de esa frase que te dijo el trabajador del campo que de lo que te pueden entrar a enseñar esos pesados e ilustrados libros de enciclopedia, porque lo que conversa la gente, es sabiduría pura, Pedro; le dijo Rosendo. Por ejemplo mi abuelo era muy versado, y hablaba con muchos dichos de campo, pero no por eso menospreciaba a los libros, ya que atrás del galpón, tiene una biblioteca que parece potrero de lo grande que es, le dije a nuestro amigo motorista. “Tienes razón”, dijo Pedro. Y es increíble lo bonito y poético que resulta escuchar los refranes campesinos. Claro que a veces siento que esas pesadas y tediosas materias, que habría que entrar a leer largas horas yo creo que más que enseñarme algo, me confundirían, dijo Pedro. Y me dejarían con un dolor de cabeza que ni la misma motocicleta me causa, y eso que ando todo el día con el pecho frente al viento, experimentando una sensación de libertad, y pienso cuando ando en la motocicleta, “este camino es para mí solito. Y no lo tengo que compartir con nadie”. Nos decía Pedro, después que dejó las botellas de vino en la mesa. ¿Ves Pedro?, le dice Rosendo. Ya estás hablando como todo un folclorista, si uno aprende mucho por estos pagos. No lo vamos a saber nosotros; que somos nacidos y criados en estos lindos y campesinos parajes. Y hablando de folclor, le dije a Pedro; ¿qué son esas botellas que dejaste en la mesa y que sacaste hace unos momentos y parecen tener muy buena factura?. Entonces Pedro nos dijo, “estas botellas son de vino chileno, que las compré cuando pasé en mi motocicleta por Parral, porque me dijeron que en Parral hay unos moscateles que son de mascarlos”, y todos nos largamos a reír. Oye Pedro, le dice Rosendo. Para que vayas aprendiendo más del folclor chileno, los moscateles de Parral no se mascan, la que se masca es la chicha de Curacaví, y ahí todos seguíamos riéndonos. Es una chicha valla y curadora, le dije a Pedro, como dice la cueca. Y ya que está tan entretenida esta asamblea, nos decía Pedro destapemos estas botellas para seguir con la reunión. Entonces Rosendo le dice, “no Pedro, no es una asamblea, es solo una reunión amistosa y relajada como nos ves, tranquilos al poético, folclórico y campesino atardecer de estas hermosas regiones otoñales. Entonces le dije a Pedro, “y como decimos en Chile, nos fuimos por las ramas, porque tu nos dijiste que nos traías un mensaje”. Sí, tienes razón, me dijo Pedro, perdona es que me distraje, entre que servía el vino en la mesa, y el mensaje que les traía porque es para todos ustedes a una invitación: Para que vengan todos al otro lado, al de la Argentina, a una agreste pampa a que nos den una muestra de sus tradiciones folclóricas, nos dijo Pedro. Y así podamos compartir tanto chilenos como argentinos, por el folclor que nos une y podamos tener en común, nos dijo Pedro. Pero momentito, ¿de dónde dijiste que venías?, le preguntó Rosendo. Entonces Pedro nos dice, “ah, disculpen, debí haber empezado por ahí, yo vengo viajando de Estados Unidos, pero soy argentino, ¿o no ven la pinta de yankee que ando trayendo?. En todo caso, a pesar de mi estampa creo que después de este viaje a Chile, me voy a convertir en un amante del folclor, por todo lo que he ido aprendiendo desde que llegué a este largo y maravilloso país. Oye Pedro, le dije, -yankee, gringo, argentino, no importa lo que seas porque si te gusta el navegado, el vino chileno, la chicha de Curacaví, ya estás aprendiendo de nuestro nutrido folclor. Además si viajas desde tan lejos, a tu casa no más llegas, como decimos por estos pagos, y como dice la polca del guatón, la pinta es lo de menos, lo que vale es el corazón; le repliqué sirviéndome una taza de navegado. Y entonces nuestro amigo motorista nos pregunta, ¿A qué casa llego si ustedes están a campo abierto?, y nuevamente nos largamos a reír. No, le dijo Rosendo. Cuando uno le dice al forastero, que a su casa no más llega, significa que le estamos dando una bienvenida. Nuevamente Pedro nos dijo, “ahora entiendo. ¿O sea que esa construcción que ustedes tienen ahí, no es una casa, parece no sé, adónde guardan los animales?, preguntó boquiabierto. Oye Pedro, le dijo Rosendo, cuando decimos “a su casa no más llega” es una forma de recibir a los extranjeros, y nosotros a esa construcción propia del campo le denominamos “galpón”, no gualpón, como dicen los más brutos, o establo, y efectivamente es para guardar animales, porque ahí es dónde guardaba el caballo mi abuelo huaso rancagüino. Y yo le dije, en ese establo guardaba el caballo mi abuelo, y digo guardaba porque mi abuelo ahora anda en otros campos, más lejanos que estos. Entonces, Pedro nos preguntó, ¿y dónde quedan esos campos para ir a conocerlos?. Porque en la motocicleta llegaría rápidamente, nos decía Pedro. Y Rosendo le dice, “no Pedro, es mejor que no vayas a esos campos, por lindos que sean; así como los que vistes en tu largo camino para llegar adonde estamos nosotros”. Pero de llegar, no me demoraría mucho, nos dice Pedro. – No es cuestión de distancia, le dije. Y Pedro nos dijo, “pero con mayor razón si no es cosa de distancia, yo podría ir a dónde está feliz galopando tu abuelo ya que tanto me has hablado de él, que me muero de ganas por conocerlo, nos dijo Pedro. Ahora yo me fijo muy bien en los obstáculos y árboles que podría encontrar en mi camino, y esquivarlos porque soy muy experimentado en mi motocicleta”, replica Pedro. Ya a esa altura de la tarde, nos empezamos a poner serios; entonces Rosendo le dice, “Pedro Haznos caso, es mejor que no vayas a conocer los campos, porque aunque no te demores mucho en llegar a ellos, y te fijes en todos los árboles que estén en tu camino no vayas”. ¿Pero por qué no quieren que vaya?, nos pregunta Pedro.
Entonces le dije, “Pedro, puede ser el árbol más maravilloso que encuentres, pero no lo vas a ver porque en los campos en los que anda galopando mi abuelo, son los campos celestiales”. ¿Nos entendistes?, le dijo Rosendo. Sí, ya voy entendiendo, y como escuche también decir al pasar por estas regiones campesinas y folclóricas, “a buen entendedor pocas palabras”.
FIN
EL REAL BESTIARIO DE LOS PEGASOS CHILENOS
“Los dioses griegos son personas, no abstracciones, ideas o conceptos”.
Walter Burkert
Mercurio, que en la mitología romana, era un importante dios del comercio; porque su nombre alude a la palabra “mercancía”, y su calificativo deriva de los vuelos rápidos. Por consiguiente era un destacado comerciante ecuestre, que al mismo tiempo cumplía las funciones laborales de ser el secretario personal, que estaba a cargo de los pegasos de su amo mayor, el señor Zeus. Que en la mitología griega era “el padre de los dioses y los hombres”. Gobernando a los dioses del monte Olimpo, ya que era el rey de los dioses que supervisaba el universo; siendo dios del cielo, y del trueno. Posteriormente lo conoceremos como el gran amo, el patrón, el amo mayor, el gran negociante, el negociante ecuestre, el rey entre otros apelativos. Mercurio, se destacaba por su velocidad, en lo que a relaciones comerciales se refiere; porque era un secretario muy eficiente, cuando se trababa de cerrar un negocio, ya que los sueños hípicos del patrón, eran estrictamente ordenados en relación a su organización de libros administrativos. Porque en el Olimpo, podía sonar en cualquier momento el teléfono que estaba en la oficina del gran negociante ecuestre cerca de la antesala. Y si sonaba era estrictamente para llamadas profesionales, de negocios o asuntos amorosos, ya que el perfecto tenía toda una fama de galán conquistador; por todas las hermosas damas que asistían a las reuniones, que el gran amo organizaba en el Olimpo. Hermosas y refinadas damas a las que el gran amo denominaba sus inspiraciones, porque le recordaban a sus intelectuales y personales lecturas sobre historia griega, artes, ciencias y por supuesto no podía faltar el refinado gusto que el amo mayor tenía por la poesía homérica. Dichas bellezas con las que se relacionaba el gran galán, tenían su procedencia al norte de las llanuras del Caucaso, por eso que para él eran las Amazonas. Donde las demandas de las Amazonas, eran estrictamente femeninas, no aceptando ninguna opinión varonil, ni aunque fuera del más capacitado de los ingenieros comerciales, o del más experimentado de los economistas, porque como hábiles y gallardas guerreras de la antigüedad; tenían sus gustos muy exigentes en lo que son los productos ecuestres de ventas, demandando pegasos de primera selección y por supuesto, lo más finos pura sangre, a ser cotizados en la bolsa de valores de Nueva York. Demandas que el rey se empeñaba en cumplir, para satisfacer los exigentes y caros gustos de las Amazonas, como un experimentado capitalista empresario que maneja profesionalmente sus negocios, siguiendo los patrones económicos de la bolsa de valores norteamericana. El gran patrón, como todo galán intelectual era un estudioso de la psicología, porque dentro de su autores predilectos se encontraba Carl Jung, con su teoría de los mitos griegos: “Los elementos estructurales que forman los mitos, son representados en la psique inconsciente”. Planteamiento que se basaba en los denominados arquetipos, o patrones arcaicos heredados de dicho autor. En lo que corresponde a la personal y mental identificación, de lo que para el señor Zeus representa su inconsciente colectivo, este es dado por el amplio recorrido de su memoria, haciéndolo en base a la interpretación psicológica de los mitos; que está representada en su psique personal, identificada directamente con el libro “La Odisea” de Homero. Dicho análisis mental, el gran amo lo contrastaba con las teorías de Robert A. Segal, que interpretaba a un mito en los arquetipos que planteaba Jung, al leer el gran patrón, una y otra vez “La Odisea” de Homero. Porque ella plantea que muestra la razón de la vida, en base a un patrón heroico; de acuerdo a la mitología griega del autor Károly Kerényi. Ahora bien, al gran negociante -como su apelativo lo indica-, no le gustaba hacer esperar ni a las Amazonas, ni mucho menos a sus mecenas. Y como planteaba Neil Hurley, “quién paga manda”, al mecenas no hay que hacerlo esperar, porque el cliente siempre tiene la razón, en sus demandantes y exigentes pedidos.
Debido a que los mecenas eran demandantes clientes, interesados por los pegasos chilenos. En lo que menos se fijaban los mecenas, era en el precio de lo que costaba cada pegaso. Pero en lo que sí los mecenas estaba atentos, cuando compraban un pegaso, era en la velocidad olímpica que pudiera tener tan magnífico animal, y que cumpliera los mismos parámetros y marcas deportivas actuales de Atenas. El amo mayor es un omnipotente empresario como lo llamaba Mercurio, que lucía gallardamente su atuendo con sus brillantes Botas Derby Hombres de los jinetes cazabotas que son tipo arneses; y el costoso Endurance Light Helmet que es el casco del jinete. Porque las grandes olimpiadas para las cuales preparaba a sus hermosos y magníficos pegasos tenían su carácter lírico; contemplando todas las exigentes pruebas de equitación por la rigurosidad que demandaban las reglas de la competencia, que eran como diríamos en Chile un deporte de sainete. Tales pruebas las realizaban los gallardos jinetes de las hípicas, que se llevaban a cabo en los floridos campos denominadas folclóricamente “carreras a la chilena”, realizándose en Pekín. Si existía la remota posibilidad de que en algún momento Mercurio, le dijera jamelgo a un pegaso, le llegaba automáticamente su sobre azul de despido; firmado con la refinada tinta y la rubrica dorada del patrón en persona. Igual política mercantil de los actuales negocios para con los mecenas; porque el gran negociante ecuestre era muy estricto, en lo que al trato de sus pegasos concierne y se refiere. Cabe destacar que también si al correo electrónico del computador personal que el gran amo tenía en el Olimpo, si en algún momento le llegaba una orden ofensiva como esa, automáticamente tomaba él mismo el teléfono, y cerraba todo tipo de relación económica y comercial con el mecenas que hubiera enviado dicho correo; porque no soportaba que hablasen mal de sus pegasos, ya que ellos eran entrenados para los juegos ecuestres, para la venta, y además eran finos y pura sangre. Y a los juegos ecuestres y pruebas hípicas tenían una cronología histórica-universal; similares a los mundiales de fútbol, que son llevados a cabo en diversos países, como: Alemania, México, España, Chile en 1962; vale decir eran, cada 4 años. De modo que los vencedores irían a competir a Atenas, siendo los campeones mundiales si lograban triunfar allá, por supuesto. El magnifico como ya sabemos era todo un estudioso y muy ordenado en sus registros; de modo que siempre tenía a mano el libro con el cuál se fundamentaba históricamente sobre el nacimiento de la equitación como deporte. Documentándose sobre su creador, el conde Fiaschi en el año 1539 en la ciudad italiana de Ferrara. Dicha base fidedigna era el fundamento relacionado con el antecedente histórico de Estocolmo en el año 1990; porque en ese año fue llevada a cabo la equitación por primera vez como deporte oficial, pero en París. Ya que la Federación Ecuestre Internacional (FEI), se registró históricamente en el año 1912 en Estocolmo, creándose la federación internacional en el año 1921, por la exigente rigurosidad de las pruebas ecuestres que eran las mismas que se exigían en las olimpiadas de Pekín, contemplando: La doma del pegaso, los saltos de resistencia, las carreras a través del campo, que intercalaban los saltos en el estadio con vallas, yendo de las más baja a la más alta. En los diarios electrónicos e impresos que el señor Zeus tenía en su despacho del Olimpo, salían en sus titulares que el campeón chileno de equitación, ya estaba clasificado para los juegos olímpicos de Pekín, a realizarse el 2008. Y dicho jinete se llamaba Antonio Arancio G. Las finalidades del deporte de sainete, para el gran patrón estaban determinadas por la Federación Ecuestre Internacional. Porque los juegos hípicos son un deporte muy elitista, debido a su elevado valor monetario, con que se tasaban los pegasos en la bolsa de valores de Estados Unidos. Los pegasos que estaban al cuidado de Mercurio, eran tratados de una forma muy profesional, con domadores, equitadores, y veterinarios; debido a las exigencias rigurosas del gran amo, porque dichas demandas estaban orientadas para las pruebas ecuestres. Los nombres de esos pegasos favoritos del gran negociante eran su propiedad intocable, y se llamaban: Babieca, como el del Mío Cid Campeador; Rocinante, como el de don Quijote de la Mancha; Tornado, que era el del Zorro, (o don Diego de la Vega); Plata, aludiendo al del Llanero Solitario, Pinto que era su brazo derecho, el indio Toro; pero el más joven de todos era Bucéfalo, siendo el predilecto del patrón, porque así se llamaba el de Alejandro Magno. Entre la lista de mecenas del patrón, que estaba en el despacho de la oficina del olimpo, se encontraban: Anky van Grunsven, Ludger Beerbaum, Isabell Werth, Laura Kraut, Beezie Madden, Gina Miles, Nadine Capellmann, Will Simpson, McLain Ward. A las hijas del señor Zeus, él las consideraba sus Ninfas: Que eran divinidades. Doncellas por su hermosura debido a que realmente eran actuales modelos profesionales. Una de ellas se llamaba Afrodita, siendo ella la predilecta del gran amo; que resplandecía por su belleza. Además estaba enamorada de un jinete de las pruebas hípicas, el más gallardo y apuesto. Su nombre era Ares, por la tenacidad con la que se desempeñaba en las pruebas de equitación; siendo en la mitología griega el dios de la guerra. La otra hija que tenía el patrón era Atenea. Una intelectual muy sabia y estudiosa, porque le encantaba los libros de preferencia correspondiente a la poesía griega y homérica. Como el patrón tenía gustos muy refinados en lo que se refiere a la decoración externa del Olimpo, mantenía en las afueras estatuas de la cultura griega. Y entre ellas estaban: La figura de Artemisa: Que en la Roma antigua representaba a Diana, la cazadora de dragones. En donde se imponía teatralmente con su arco y flecha; muy indómita y legendaria. En cierta forma al gran señor le infundaba un particular miedo; porque la veía agresiva y vengativa. Contemplada dentro de la literatura griega, como la diosa que mataba a las bestias. Poseía el don de la inmortalidad, con un prototipo de belleza mitológico; todo un emblema para las actuales modelos que solían aparecer; en las revistas internacionales de publicidad; que tanto le gustaba coleccionar al patriarca del Olimpo. Otra de sus esculturas predilectas, que tenía en las afueras el gran señor, era Escila; un ser monstruoso que tenía medio cuerpo de mujer, sostenido por seis medios perros cada uno de ellos, con una cabeza y dos patas. Antes de haber sufrido tan cruel metamorfosis era una bella doncella griega, que al enamorarse de Glauco; sufrió dicho castigo que le propinó la hechicera Circe. Tal evento de elección romántica; fue considerado una ofensa en las tradiciones griegas; lo que la llevo a ser convertida en dicha aberración. En el desenlace de tan violento amor; Escila prefiere a Glauco. Donde encuentra su triste muerte, a manos de Heracles. También, como parte infaltable de la decoración; se encontraba la conocida Esfinge, asociada a las leyendas egipcias; que en su descripción contempla su cabeza de mujer, con cuerpo de león y alas. En la tierra de las pirámides, retaba a todo desconocido que se le cruzara en su camino, con un acertijo que debía resolver, usando inteligencia y astucia. Como la que tenía el gran negociante, para con sus asuntos; y si el acertijo no era resuelto correctamente; la esfinge devoraba a quien la desafiara en inteligencia e ingenio. Pero la Esfinge encontró sellado su destino hasta el más allá, por la eterna trascendencia de los tiempos fantásticos; mediante la inteligencia de Edipo; que la supero en conocimientos; hecho que la enloqueció de furia; llevándola al suicidio. Como un despacho y pérdida de un mecenas; con quien el gran patrón, por su sensibilidad cultural simplemente prefería cortar con él todo tipo de relaciones comerciales. Dentro de tal bestiario de espectáculo griego, no podía faltar las Gorgonas. Que eran monstruos, similares a Medusa porque tenían sus cabezas llenas de serpientes; temibles garras de bronce, colmillos, y alas de oro. Medusa, tenía el poder de que con solo una mirada; podía convertir en estatuas de piedra; a todo curioso que invadiera sus dominios y jardines. Las Grayas eran sus hermanas, que se llamaban: Enio, Perefredo y Dino. Viejas y milenarias brujas, que tenían un solo ojo; con el cual vigilaban el camino que conducía a sus hermanas, Las Gorgonas. Que estaban forjadas en esculturas de mármol, y tenían la tarea de cuidar la entrada a dichos dominios. Como los fieles porteros que tenía el perfecto, en la antesala de los dioses. Que constituían el contratado equipo de guardaespaldas, cuidando celosamente la entrada de la antesala del Olimpo del patrón. A Medusa, Perseo valiéndose de su dorado escudo; logra engañar en un juego de imágenes con reflejos ambiguos, para luego proceder a decapitarla; con su dorada y poderosa espada; que los dioses del olimpo, le obsequiaron como regalo. La que como poder poseía el don la destrucción de cualquier superficie; sea ésta de metal o mármol. Los Grifos, en su anatomía están compuestos con un cuerpo que es mitad águila, y mitad león, que resguardaban el invaluable tesoro del señor Zeus, que era aparte de dinero, el capital de sus costosos pegasos. Las Harpías con su cabeza de mujer, su cuerpo de ave, con garras muy afiladas; constituían su generación preolímpica, como las ecuestres carreras; que representaba al patrón, debido a que Las Harpías no respetaban a los dioses; y de esta forma el gran amo les tenía un cierto desprecio. Pero no las dejaba de lado, en la decoración externa de su club ecuestre. Había en la antesala exterior, hacia las afueras otra obra de arte: La Hidra de Lerna, que era un monstruo venenoso de cincuenta cabezas. Y su nacimiento se debe a que; cuando las Danaides les cortaron las cabezas, y las arrojaron al lago; porque las cabezas asesinaron a los cincuenta hijos de Egipto. Dicho monstruo encontró su triste final; por los musculosos poderes de Heracles; en el cumplimiento de sus trabajos; como toda orden empresarial, que le daba el gran patrón a su secretario Mercurio. El Minotauro; infaltable en tan fantástica, antesala exterior; era un ser con cabeza de toro y cuerpo humano. Nacido producto de la unión amorosa de la reina de Creta Pasífae, por no aceptar sus merecidos cortejos. Y por castigo la hace concebir un hijo, con un toro de madera obsequiado por Poseidón. Minos el esposo de Pasífae, encarga a su secretario Dédalo construir un laberinto, para esconder a dicha atrocidad inhumana. Tal insana creación le causaba un terror espantoso al amo mayor, por su preferente gusto lírico en lo que se refiere a un plano estético-humano. El sacrificio que exigía tal aberración antinatural, eran siete mancebos o doncellas, lo que era un elevado costo humano que demandaba dicho monstruo; como los de los exigente mecenas, con los que negociaba el patrón ecuestre; pero que encontró su terminal destino a manos de la fuerza de Teseo, que logró entrar al laberinto y darle su merecida muerte; con la sabia ayuda de Ariadna, hija de Minos. Las Sirenas, eran poéticas representaciones de las deidades femeninas; que poseían en su anatomía cabeza de mujer, y cuerpo de ave. Con su peligrosa seducción, atraían a los hombres con sus melódicos cantos, similar a la magistral música clásica de Orfeo; que le apasionaba al negociante ecuestre, para luego matarlos. Odeseo, era un mecenas muy esquivo, en la cartera de clientes del gran negociante; ya que nunca pudo hacer tratos comerciales con él. Porque no escuchaba sus singles publicitarios en las radio; ni contestaba las llamadas a su teléfono celular; como quien se tapa los oídos con cera. El gran amo por su carácter egocéntrico se identificaba con Tifón; porque soñaba con ser el rey del mundo. Tifón, era hijo de Gea y de Tértado, tenía cabezas de dragón, y en su cintura serpientes; además de estar provisto de alas. Sus ojos lanzaban fuego, siendo alto, imponente y majestuoso como una montaña. Hera, se llamaba la esposa del señor Zeus, porque de acuerdo a la mitología griega; había formado la vía láctea. Y el patriarca le rendía pleitesía; siendo la diosa de mayor rango, en el Olimpo. El gran patrón la describía por su belleza: “Era tan hermosa, y resplandeciente como un pavo real, y fijaba sus ojos en su distinguido plumaje”. Como las hermosas pieles que tanto le gustaban comprar; que salían en las mensuales ofertas, de las revistas internacionales de publicidad, a las cuales el poderoso negociante, estaba suscrito. Hera tenía un carácter fuerte, dominante, y excesivamente celosa, de todas las musas con las que su esposo, se relacionaba, aunque fuera en términos comerciales. A pesar de que al gran señor le apasionaban las mujeres hermosas; solo a su esposa Hera, le mantenía su merecido respeto. Porque para el rey, ella representaba toda su idealización femenina y personal, desde el punto de vista que abarca la poesía griega. Las Hespérides eran las ninfas del ocaso; que habitaban en el occidental océano como las describía en sus poéticas obras Herísodo, eran las hijas de la noche: tres estatuas llamadas: Egle, Eritia y Hesperaretusa, que al gran negociante le recordaban sus gustos musicales, porque como dicen las leyendas, su música es ambrosía. Como el gran amo era un experto cazador; no podía faltar en los exteriores de su antesala, que daban a sus edenísticos jardines la omnipotente escultura de Atalanta. Heroína vinculada con dichas prácticas deportivas; que aprendió precisamente por depredadores furtivos. Se destacaba por su marcado orgullo femenino; similar a la de la esposa del señor Zeus, Hera. El perfil de un eterno enamorado de su esposa Hera; el señor Zeus, lo estampaba en la divinidad de Calipso; porque Homero la destacaba por su carácter de ser discreta. Vale decir que podía confiar en ella, ya que a su esposa; el gran patriarca le contaba todos las acciones comerciales que realizaba, en la bolsa de valores de Nueva York. Las cuales Calipso, que era una amiga íntima del negociante ecuestre, guardaba reservadamente; más que su secretario personal Mercurio. En ocasiones el patrón tenía acaloradas discusiones con sus musas; estampando dichas diatribas en la diosa Eris; que se decía a sí misma la más hermosa de todas, por su alada forma; y era su representación personal de la intensa discordia femenina. Existía una rivalidad femenina entre las musas que el amo mayor tenía en el Olimpo, por establecer cuál era la más hermosa, de entre todas las que el gran patriarca tenía anotada en su registro comercial, de su computador personal. Entre el amplio equipo laboral que tenía contratado el patrón; se encontraba Ícaro. Un eximio carpintero encargado de todo tipo de arreglos técnicos en los establos, de los costosos pegasos de los cuales era dueño el gran amo. En tan magistral exposición artística-mitológica, no podían faltar los Centauros, con cuerpo de caballo y busto de hombre. En las galerías que decoraban todas las pistas de carreras el predilecto del magnífico, era Quirón; siendo el poseedor de la más grande sabiduría médica de la antigüedad; y profesor de todos los héroes de la mitología griega. Como en todo campo ecuestre, era infaltable la ninfa de Eco. Una hermosa doncella del bosque destacada por sus hermosos cantos, pero por no ser correspondida en el amor, sus cantos la llevan a la auto-eliminación. Y dicha deidad el patrón la tenía contratada como su secretaria personal; que le encubría todo tipo de aventuras amorosas, que podían aparecerle ocasionalmente al gran galán, durante los tratados comerciales con sus Amazonas. La ninfa de Eco, tenía la estricta prohibición por parte del gran patrón de no dirigirle la palabra a su esposa Hera. Si lo hacía debía ser única y exclusivamente para sus tratos estrictamente comerciales con los mecenas, y las musas del señor Zeus. Ahora como forma de venganza, que hubiera adoptado el perfecto patrón; si su secretaria, la ninfa de Eco, le hubiera revelado alguno de sus ocasionales romances a su esposa Hera; la habría despedido, automáticamente de su puesto laboral. Y por la rápida e infalible vía del correo electrónico; aparte del teléfono, habría avisado a todas las otras empresas de la competencia; que no la contraten, en sus servicios laborales, por excelentes referencias curriculares que la ninfa de Eco les hubiera presentado. Desde su punto de vista de galán conquistador, el señor Zeus se creía Narciso, que era el más grande de los enamorados, pero enamorado de sí mismo, ya que se amaba más día a día. Solo le importaba el mundo, en el plano de sus personales conveniencias comerciales, para con sus mecenas, y las conquistas que pudiera tener para con sus hermosas musas. Como guardián en la antesala externa, el magnífico tenía a Cerbero; una escultura con tres cabezas. Que no le permitía la salida a sus magnates mecenas; sin ser atendidos lo mejor posible; en cuanto a tratos y demandas comerciales de sus valiosos pegasos se refiere. A pesar de que el gran amo, era un jugador empedernido de la hípica chilena; tenía a un halcón de mascota, que lo bautizó con el nombre de Ave Fénix. Porque renacía de las cenizas, y como era una ave muy longeva; la cuidaba celosamente en su respectiva jaula de oro. Una de las musas favoritas que el gran galán tenía se llamaba Caribdis. Por su hermosura y refinados gustos gastronómicos. A quien el perfecto la invitaba reiteradamente a cenar, para cortejar a una dama de gustos muy refinados porque se encontraba atraído por ella. Todas estas salidas, el gran patrón las realizaba bajo la absoluta discreción y silencio; de su secretaria personal la ninfa de Eco. En lo que respecta a los despachos de los mecenas; con los que el gran negociante ya no quería realizar más tratos comerciales, tenía a su respectivo encargado: Caronte, el barquero de los infiernos que cortaba personalmente todo tipo negocios que no le eran beneficiosos al omnipotente patrón, de acuerdo a las demandas de la bolsa. Los valiosos pegasos ecuestres del señor Zeus, al final no ganaron las olimpiadas, porque nunca se llevaron a cabo en Pekín el año 2008, ni mucho menos en Atenas. Debido a que el gran negociante se encontraba viviendo su sueño eterno, pero no precisamente desde las oficinas de su despacho, sino desde el celestial Olimpo de las constelaciones griegas, donde se sentía el rey del mundo como Tifón. Y ya no podía gobernar sus negocios, porque en los olimpos celestiales no funcionaba su herramienta de trabajo principal que es el computador. Y al cual era imposible que le llegara cualquier correo electrónico, enviado por la cartera de mecenas terrestres, solicitando la compra del más hábil de sus siderales pegasos chilenos. Y a dicho Olimpo su esposa Hera, le iba a dejar flores simbólicamente en su lápida de la tierra, todos los días.
FIN
El LIBRO INCONCLUSO QUE EL SEÑOR JONSON TERMINÓ DE LEER
“El hombre que ha empezado a vivir más seriamente por dentro; empieza a vivir más sencillamente por fuera”.
Ernest Hemingway.
Al calor de su acogedora chimenea, al mismo tiempo que colgaba decorativamente sus trofeos de África y Asia, el señor Jonson, recorría incesantemente su despacho; mientras saboreaba su protocolar copa de ginebra. De primerísimo factura casi similar al whisky escocés; que tantas veces había probado en sus imaginarios e irreales viajes que solo hacía en su mente. Su despacho era sumamente elegante, cómodo y muy decorativo, digno de cualquier biblioteca de Whashintong. Por todos los trofeos de caza que tenía y que le decoraban de una forma triunfante su glorioso estudio: Hermosos retratos de sus antiguas y ya lejanas novias. Y al lado derecho de tan elegante y lujoso estudio, se encontraba su más preciada posesión afectiva y literaria, que tenía: su gaveta de libros, que eran todos sus cuadernos con los teléfonos y direcciones, de todas las damas que colgaban en tan elegante sala del siglo VI. Pero de entre todas sus obras que tenía el señor Jonson, había uno que le llamaba enormemente la atención. Y sentía miedo por ese libro, a pesar de que no era de terror y ni siquiera de misterio, como el fantasma de Canterville, o los tensionantes relatos policiales de sir Arthur Conan Doyle y; aunque al señor Jonson, le apasionaba la lectura, había una obra que no podía o no quería terminar de leer. Falla de argumento, pánico, lenguaje que no entendía, palabras que no le permitían avanzar, o simple y lisa y llanamente se rehusaba a comprender. Que relacionaba y se daba innumerables vueltas en su despacho; debido al hecho de que más pánico le provocaba el punto de fuga que lograba vislumbrar desde su ángulo de visibilidad; porque el plano de representación era una tétrica y cruz gótica. Tenebrosa, y de los más misterios y actuales salones de esos misteriosos pub; que le causaban terror; porque le recordaban a un en cementado campo; que era el cementerio del lugar, y que lograba ver desde su ventana hacia las afueras de su mundo interior; donde vivía el señor Jonson. Y que dichos pub o renacentistas lugares, que acostumbra a frecuentar, (solo por sus literarias imaginaciones) en las que él consideraba, sus salidas de cacería. En esas expediciones el señor Jonson, no llevaba un arcabuz de mecha, ni tiros, ni tampoco una clásica tenida de camuflado militar; sino que con su elegante y diplomático traje de etiqueta; se enfundaba su cartucho de chocolates, y como cual artera y mortífera arma, llevaba la infalible rosa roja. Muy estéticamente arreglada para lanzarla como cual violento disparo a su certero blanco: Toda hermosa y causal dama que quisiera acompañarlo, en la más intelectual de las conversaciones, de preferencia literaria. Y el señor Jonson quien en sus gloriosos e imaginarios años; había enfrentado a la mismísima muerte con colmillos y rayas; porque así se sentía leyendo en sus prolongadas y eternas tardes; una de sus obras favoritas que devoraba una y otra vez en su despacho: “Al otro lado del río y entre los árboles”. De su mejor amigo, Ernest Hemingway. Y otra de las tantas obras que le apasionaban al señor Jonson, era “Adiós a las armas”. Curiosa y desconcertante contradicción que tenía el señor Jonson, porque precisamente al lado de sus llamados trofeos de caza, lucía gallarda y majestuosamente, toda su colección de artillería de cacería. Como un simbolismo de admiración hacia su mejor amigo, a quien le encantaban: La caza y la pesca. Arcabuces de mecha y piedra, de pedernal, y pistolas; que nunca habían disparado un solo tiro, porque como el mismo él señor Jonson, se autodefinía, “Yo soy un romántico viajero, a la antigua, y un pacifista por devoción”. Y de viajero no tenía prácticamente nada, porque si solo conocía a Francia, era por otra de sus obras de su amigo, “París era una fiesta”. Era tanta la confianza y amistad que tenía con él, que cuando no lograba entender un párrafo específico del capitulo 3, lo llamaba a su casa, para que se lo explicara. Por muchas veces que leía, y releía la obra, y con la amistad, confianza y buena voluntad que tenía su mejor amigo, se lo relataba; entonces el señor Jonson, anotaba en una hoja aparte de sus personales cuadernos de su escritorio; e intercalaba la explicación, que su amigo amablemente le daba y hasta bromeaba con el; cuando lo aconsejaba y le decía, oye mi viejo: “El talento consiste en como vive uno la vida”. Al mismo tiempo que cuando divagaba con dicha obra, se deleitaba escuchando cualquier concierto de violonchelo de Vivaldi, porque sabía que esa era la música preferida, de su amigo. Y era un caballero muy refinado; en todo ámbito de materias musicales; porque tenía una personal admiración, hacia Sherlok Holmes. Por el hecho de que el genial detective, que aparte de ser investigador, era un eximio violinista; creado por otro de los grandes maestros ingleses que admiraba el señor Jonson: sir Arthur Conan Doyle. Claro que tampoco despreciaba ni le mostraba su desinterés; a otro gran creador de la literatura británico, el señor Henry Graham Greene, con su investigador personaje: “El agente confidencial”. En el momento musical, preciso que marcaba como un metrónomo la música que al señor Jonson le tocaba decidir; entre la majestuosidad clásica del violín, y la profundidad honda, se quedaba indudablemente con los conciertos de violonchelo, del gran compositor Vivaldi. Porque este era el favorito de su amigo, en cuanto a gustos musicales se refiere. No en lo que a sus aventureros ámbitos deportivos; que tanto le apasionaban al señor Ernest Hemingway. Y en sus añorados y lejanos recuerdos, que tenía el señor Jonson, se sentía orgulloso de haber sido ex alumno del: Oak Park And River forest Hight School; porque esa era la institución educacional, por la que había pasado su admirado maestro; a quien leyó y conoció personalmente durante toda su vida. El señor Jonson era todo un intelectual, con gustos literarios muy exclusivos, y seleccionados documentadamente. Admiraba a muchos personajes; como por ejemplo a Hércules Poirot, fruto de la genial invención, de toda una eminencia en las letras británicas, la señora Agatha Christie. Y el romántico sentimiento de identificación personal, para con su prototipo de novia; el señor Jonson lo encontraba de una forma perfecta en la señorita Jane Marple, o también conocida como miss Marple.
Misteriosa y seductora dama; fruto de la inigualable pluma, de tan talentosa diosa de las artes literarias. El señor Jonson en su enamoramiento mental e imaginario; soñaba encontrarse con su ansiada miss Marple, para lucir de una forma literaria su personal amor. En su simbólica alforja de cazador-conquistador; llevaba preparado y escrito de su puño y letra; un poema de los tantos grandes maestros de la literatura inglesa que le apasionaban:
(Reino Unido, Londres 1788-1824)
EN UN ÁLBUM
Sobre la fría losa de una tumba
Un nombre retiene la mirada de los que pasan,
De igual modo, cuando mires esta página,
Pueda el mío atraer tus ojos y tu pensamiento.
Y cada vez cada vez que acudas a leer este nombre,
Piensa en mí como se piensa en los muertos;
E imagina que mi corazón está aquí,
Inhumado e intacto.
(Fragmentos).
Y en el bolsillo de su elegante y no cazadora chaqueta; un delicado perfume varonil, para luego impregnarle poéticamente unas gotas en la hoja de dicho poema; perfumarse con él en su cuello; y en la femenina y elegante muñeca de su añorada novia. Pero su ilusoria espera mental; que hacía en las horas de su elegante despacho; se tornaba interminable. Y cuando como cual indómito cazador; que se armaba de valor para practicar uno de los deportes favoritos de su admirado mentor; se alistaba a la llegada de su soñada miss Marple. En esos misteriosos salones, que asociaba con la tenebrosa y tétrica cruz de los ya señalados pub góticos, que solo en sus imaginarios y mentales viajes visitaba una y otra vez; con la ya obsesiva espera de su elegante y misteriosa dama. Porque en la vida real, miss Marple nunca había existido, debido a que el señor Jonson; jamás visitó en persona dichos pub. Y como todo elegante y protocolar señor intelectual; también demostraba y le rendía su personal pleitesía a otro de los mundiales maestros, de la literatura británica: el señor William Shakespeare. Por los admirables y literarios, personajes que había creado. Fruto de su inigualable e histórica tinta; escrita por la pluma de ganso: Hamlet, Otelo (el moro de Venecia), El rey Lear, Macbeth, el mercader de Venecia y en su mente siempre recordaba una cita, que lo llevaba a volar, más allá de toda su galaxia literaria: “Horacio, hay mas cosas en el espacio exterior, de las que tu filosofía puede comprender”. Y a veces cuando en sus divagaciones reales y mentales, que el señor Jonson reflexionaba; cuando planteaba que su vida era un sueño; (Como Calderón de la Barca) recurría a los libros de cabecera, como las llamadas él: Las obras completas de Siegmund Freud; que le ayudaban introspectivamente a interpretarse y a autoanalizarse. Y cuando al final se armo de valor, por todas las extendidas conversaciones que había tenido con su gran mentor literario y amigo; y como el más valiente y osado de los cazadores; al fin logró leer la ultima pagina del libro; y pudo entender claramente el contenido inconcluso que el señor Jonson nunca termino de leer. Porque el terror, que al final después de haber conocido el señor Jonson, al viajar en sus imaginarios viajes a las selvas africanas; y al haber enfrentado a la salvaje muerte animalesca, por un arma que nunca disparó; a sentirse todo un investigador privado, en Londres; al haber saboreado imaginariamente las deliciosas pasta de Italia, propias de Venecia; y al haberse deleitado con los exclusivos y poéticos vinos franceses. Llegó a concluir que todo ese recorrido mundial y soñado; que solo hizo en las lecturas que tanto le apasionaban; lo armo de valor, y vio la nota que decía claramente: “Aquí descansa en paz, el señor Jonson, insigne bibliotecario de Washington, quien por su miedo a las armas, y sus mortíferos tiros, reemplazaba esta afición por la romántica rosa roja, los finos chocolates importados, que con dicha artillería, nunca logró cazar ninguna de todas las piezas de cacería, a las que ni con su mejor puntería literaria, logro acertar; a cualquier dama elegante que quisiera entablar con el una cotidiana y casual conversación, que solo trate de autores, libros y literatura, en los oscuros pub góticos que al señor Jonson imaginariamente le encantaba frecuentar, pero que nunca llego a visitar personalmente; en su extendida espera, de su imaginaria novia, que era; la señorita miss Marple”. Esta inscripción, estaba escrita en el libro inconcluso que el señor Jonson nunca terminó de leer; que era su obituario; y estampado en la fría losa de su tumba, junto con una de esas tenebrosas y tétricas cruces góticas; que le daban justamente al punto de fuga; que veía desde la ventana de su elegante despacho.
Fin.
2 comentarios:
Felicitaciones por la diversidad y diversa veta creativa que recorre tu pasión para con las letras...
Un agrado siempre comentar un trabajo tuyo. Munir, la verdad me hice un tiempo para comentar los escritos que me enviaste, por lo que este comentario valga para ambos.
Hace bastante tiempo comenté el círculo musical, una obra interesante desde la perspectiva histórica. Mas, en aquella oportunidad te sugerí conseguir un estilo y una línea argumentativa clara.
Los textos que hoy me envías demuestran un avance en cuanto a la consolidación de un estilo personal mas, carecen aún de una línea argumentativa clara. No se entiende el sentido del texto y eso echa por tierra la obra. Recomendar seguir trabajando tu obra y procurar acotar las ideas en favor de un mejor resultado. Recuerde amigo que "quien mucho abarca.......... poco aprieta".
Un abrazo.
Gabriel Anríquez Ponce
Profesor- Escritor.
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