lunes, 12 de octubre de 2020

EL HOLANDÉS ERRANTE

DE LA LITERATURA FANTÁSTICA A MI UNIVERSO LITERARIO PERSONAL


 “Pero si lo que le interesa son historias de lo fantástico, debo advertirle que este tipo de historia exige más arte y juicio de lo que normalmente se cree”. 
Charles Nodier.



 Para el presente libro me aboco a lo que es el género narrativo, correspondiente a la literatura fantástica. Que como su nombre lo indica, alude a elementos de fantasía. Y para poder definirla y darle al lector un punto de partida, expongo a la literatura fantástica como cualquier relato o cuento en mi caso particular y literario en el que participan fenómenos sobrenaturales y extraordinarios, como la magia, o la intervención de criaturas inexistentes. Pero no pretendo abarcar todo este amplio abanico de posibilidades, y me concentro particularmente en los fenómenos extraordinarios, y en las criaturas inexistentes, como es el caso del cuento que abre el presente libro, titulado “El holandés errante”. Porque los elementos sobrenaturales están presentes en todos los relatos mitológicos, vale decir de leyenda ya que el cuento que abre mi libro es una leyenda. Porque la literatura de género fantástico, es un fenómeno literario relativamente moderno que ha generado una importante cantidad de novelas, cuentos, y relatos cortos de ficción, ambientados generalmente en lugares o mundos imaginarios, en los que la magia y los elementos sobrenaturales, son parte integrante de la trama y del ambiente. La literatura fantástica es probablemente uno de los géneros más abiertos y difusos, por su asociación con otros géneros narrativos como la novela de aventuras, la literatura del terror, y la ciencia ficción. Pero la literatura fantástica no tiene por qué ser a la vez terrorífica, y de hecho rara vez lo es. Porque la ciencia ficción, dedica siempre un esfuerzo a explicarse a sí misma y hacerse plausible, entroncándose de una manera más o menos verosímil con el mundo real o elaborando situaciones contrafácticas. Ya que la literatura fantástica se aparta del mundo real o bien introduce en él elementos sobrenaturales como magos, brujas, duendes, monstruos, demonios, elfos, etc. Y en otras ocasiones, crea mundos imaginarios con sus propios pueblos, costumbres, historia, y geografía. La literatura fantástica una vez establecidos sus elementos “fantásticos” tiene más en común con las novelas de aventuras; que con el terror y la ciencia ficción. Siendo una fuente de inspiración para el cine, cómics, juegos de rol, y videojuegos.

 HISTORIA DE LA LITERATURA FANTÁSTICA 

Por hacer un poco de historia sobre el género de literatura fantástica, se puede plantear que partió desde los comienzos del hombre, cuando se recitaban versos propiciatorios de carácter sagrado o épico, para pedir la benevolencia de los dioses; o celebrar las gestas de los guerreros. En la literatura moderna se considera que empezó con los cuentos de hadas y la fábula, géneros nacidos para aumentar la fantasía de los adultos y de los niños. Sus orígenes se remontan en la mitología egipcia, grecorromana, la mitología hindú, celta, y escandinava, también la mitología o leyendas de civilizaciones antiguas como la griega o nórdica. Los mitos se utilizaban como herramientas para explicar el funcionamiento de fenómenos que la sociedad no podía explicar, como el origen del mundo, la muerte, los ciclos de la luna, y las cuatro estaciones del año. Teniendo como protagonistas a los héroes que servían como referente a la conducta popular, diferenciando lo bueno y lo malo. Cuando el pensamiento científico y la razón, desmintieron los mitos, estos no desaparecieron completamente. La tradición popular, sobre todo de gente analfabeta, continuó relatando las leyendas con cuentos que eran transmitidos por el boca a boca, y eran deformados a cada generación que pasaba historias que giraban en torno a los miedos primitivos del hombre. Transmitían los valores necesarios para ser aceptados socialmente y sobrevivir a riesgos cotidianos, cuando se hablaba sobre los peligros de explorar un bosque. Los intelectuales consideraban estas obras de folclor como burdas y sin apenas valor artístico. Se incluyen los cantares de gesta y los romances medievales, por ejemplo el ciclo artúrico, las novelas de caballería del siglo XVI, y la novela gótica del siglo XVIII. En el siglo XVIII, y a comienzos del siglo XIX con la llegada del romanticismo, se definió el género fantástico, con hechos extraordinarios, ambientes inquietantes, y criaturas sobrenaturales. Los hermanos Grimm recopilaron estas historias de tradición oral. Porque el género fantástico plantea escenarios imaginarios, y situaciones prodigiosas, protagonizadas por personajes heroicos, con poderes especiales, predominando la presencia de lo mágico y lo legendario. Los grandes relatos épicos de la antigüedad, en los que los hombres mortales luchaban junto a héroes mitológicos y en los que los dioses intervenían en el curso de la acción, no son de literatura fantástica pero sí el origen y la principal fuente de inspiración de la misma. Los ciclos artúricos medievales y las novelas de caballería continuaron aquella tradición, sin muchos de sus elementos sobrenaturales, y pusieron el caldo de cultivo para la aparición de la fantasía. Por citar a algunos autores E.T.A Hoffman y Edgar Allan Poe, cultivaron el género atribuyéndole a sus relatos un cariz de terror psicológico. Otros hitos en la historia de la literatura fantástica son Frankenstein, o el moderno Prometeo (Mary Shelley, 1818), Drácula (Bram Stoker, 1897), o El extraño caso del doctor Jekyll y míster Hyde (R. L. Stevenson, 1886), y El señor de los anillos, de J.R.R. Tolkien, y las Crónicas de Narnia de C.S. Lewis. La literatura fantástica, tiene sus cimientos a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, con la irrupción del romanticismo, sus hechos extraordinarios, ambientes inquietantes, y criaturas sobrenaturales. Así el género de literatura fantástica plantea escenarios imaginarios y situaciones prodigiosas protagonizadas por personajes heroicos, como es el caso de mi cuento “Alejandro el grande”. Con poderes especiales, y la presencia de lo mágico, y lo legendario. Claro que también la literatura fantástica cuenta con antecedentes más antiguos, como el mito greco-romano, o la mitología hindú, celta, y escandinava; y no puedo dejar de citar como ejemplos a La Ilíada, y la Odisea; los cantares de gesta y romances medievales, las novelas de caballería del siglo XVI, y la novela bizantina del siglo XVII, y la novela gótica de fines del siglo XVIII. De esta forma la literatura fantástica es probablemente uno de los géneros literarios más abiertos y difusos, por su asociación con otros géneros narrativos, como la novela de aventuras, la ciencia-ficción, o el terror. A mediados del siglo XIX y comienzos del XX, el relato fantástico comienza a despegar, y deja de estar sólo relacionado con elementos de terror; pasando a estar compuesto por mundos imaginarios, lo épico, lo onírico, y aspectos mitológicos. Con las leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer en el siglo XIX. En este tiempo, destacan Arthur Machen, Lord Dunsany, H. P. Lovecraft, Algernon Blackwood o Clark Ashton Smith. A finales de los años 20 y durante la década siguiente, Robert E. Howard dio un nuevo giro al género fantástico con la publicación en la revista Weird Tales, de relatos protagonizados por Kull, Red Sonya y, sobre todo, el bárbaro Conan de Cimmeria, y Conan el Bárbaro dando así origen a la fantasía heroica. De esta forma la fantasía se desarrolló a partir de los cuentos de hadas. Posteriormente las historias fantásticas se consideraban todavía como un nicho juvenil y sin valor, dentro de la literatura pulp. Los autores publicaban sus obras en revistas como Weird Tales o Avon Fantasy Reader, donde recopilaban relatos de fantasía, ciencia ficción y terror. En 1978 se publicó El señor de los anillos, sacudiendo los cimientos de la fantasía, desarrollando toda una cultura alrededor de su autor Tolkien; que su mundo estaba inspirado en la mitología nórdica. Demostrando que la fantasía sí podía contar grandes historias, con personajes profundos y mundos interesantes. La literatura fantástica llegó a un gran público, con gran éxito en nuestros días, con libros como la saga de Harry Potter, el laberinto del fauno, la princesa prometida, y Juegos de tronos de George R. R. Martin; que forman parte ya de la cultura popular. 

DEFINICIONES DE LA LITERATURA FANTÁSTICA 

Louis Vax señala que: “La narración fantástica se deleita en presentarnos a personajes situados súbitamente ante lo que es inexplicable, pero igualmente propio de nuestro mundo real”. Para Louis Vax lo fantástico es una especie de discordancia entre el mundo representado en el texto y el mundo conocido por el lector. Hay una sobreexposición entre lo real y lo no existente que atormenta, interroga y quiebra la percepción de lo cotidiano al introducir un elemento extraño o de efecto inexplicable. En Introducción a la literatura fantástica (1980) Tzvetan Todorov define lo fantástico como: “La vacilación experimentada por un ser que no conoce más que las leyes naturales, frente a un acontecimiento aparentemente sobrenatural”. Por tanto, un acontecimiento fantástico resulta ser prácticamente inefable desde la perspectiva realista del mundo de las acciones cotidianas. El aporte de Tzvetan Todorov radica en la vacilación entendida como la percepción ambigua de un hecho que por sí mismo excede a la realidad. Indecisión, duda o perplejidad ante la idea de que lo fantástico sólo sea producto de la imaginación del personaje, cuyo resultado no afectaría ni al funcionamiento del mundo, ni a la constitución de sus leyes, o bien el acontecimiento fantástico sucede de manera que cuando algo desconocido participa de la realidad, entonces el mundo familiar comienza a regirse por leyes extrañas. Por tal motivo, Tzvetan Todorov además señala que lo fantástico ocurre a partir de tres condiciones fundamentales: a) La vacilación de los personajes, que implica la integración del lector con el mundo de los personajes; y se define por la percepción ambigua que el propio lector tiene de los acontecimientos relatados. b) La relación personaje-lector, cifrada por la confianza, dado que el papel del lector está confiado a un personaje, y al mismo tiempo por la vacilación representada que se convierte en uno de los temas de la obra. c) La lectura de lo fantástico, que responde no sólo a la existencia de un acontecimiento extraño que provoca una vacilación entre el lector y el héroe, sino, sobre todo, una manera particular de leer un texto de ficción. Según Tzvetan Todorov la definición de fantástico es un momento de duda de un personaje de ficción y del lector implícito de un texto compartido empáticamente. Y los límites de la ficción fantástica estarían marcados por el amplio espacio de lo maravilloso, en donde se descarta el funcionamiento racional del mundo, y lo “extraño” está supeditado a los elementos perturbadores reducidos a meros infrecuentes pero explicables. Por exponer otra definición planteamos que la literatura fantástica se define en el seno de una cultura laica, que no atribuye un origen divino y por tanto sobrenatural a los fenómenos conocidos, sino que persigue una explicación racional y científica. Pero dilecto lector este no es mi caso, ya que como lo planteo en mi punto de partida, yo me quedo con lo que es la literatura fantástica. De esta forma, el relato o cuento en mi caso particular de orden fantástico, introduce un elemento sobrenatural, discordante con el orden natural produciendo inquietud en el lector. El elemento sobrenatural no solo sorprende y atemoriza por ser desconocido, sino que abre una fisura en todo el sistema epistemológico de su mundo, susceptible de dar cabida a toda clase de sucesos insólitos y monstruosos. La literatura fantástica ofrece acontecimientos que van de lo cotidiano hasta lo anormal, presentados en forma problemática para los personajes, para el narrador y para el lector. Mencionando también la aparición de criaturas y elementos de fantasía y extraordinarios. Para Todorov, el género fantástico se encuentra entre lo insólito y lo maravilloso; y solo se mantiene el efecto fantástico mientras el lector duda entre una explicación racional y una explicación irracional. Asimismo, rechaza el que un texto permanezca fantástico una vez acabada la narración: es insólito si tiene explicación y maravilloso si no la tiene. Porque para Todorov lo fantástico no ocupa más que “el tiempo de la incertidumbre”, hasta que el lector opte por una solución u otra. Por citar a otro autor, P. G. Castex define lo fantástico como “una ruptura en la trama de la realidad cotidiana”. En un contexto realista se produce un acontecimiento extraordinario que, paulatinamente, atrae la atención del personaje principal hasta invadir completamente su mundo y transformarlo. La normalidad se quiebra. Su percepción del mundo será distinta a partir de esta experiencia turbadora. También es pertinente citar que un elemento esencial para la literatura fantástica, es el suspenso. Y según Edgar Allan Poe el suspenso es definido como: “Cierto efecto único preconcebido, situado al final de la historia, al que todos los incidentes deben confluir”. La autora Ana María Barrenechea define a la literatura fantástica “como la que presenta en forma de problemas hechos a-normales, a-naturales o irreales en contraste con hechos reales, normales o naturales”; poniendo en acento el conflicto que se crea al confrontarse la realidad, o lo que se considera normal, con hechos que pertenecen a otro orden. Porque mi cuento fantástico ofrece un relato basado en hechos insólitos que al analizarlos se escapan de la realidad, al presentar a un personaje tomado de la realidad, realizando acciones que en un entorno real serían descabelladas o imposibles. Otro aspecto de los comunes del relato fantástico es su medievalismo, es decir la ambientación medieval, ya sea en localizaciones, vestuario, costumbres, etc. Y el uso de mitos y leyendas en la trama. Encontramos también la presentación de mundos imaginarios, criaturas sobrenaturales, y el uso de la magia como rasgos habituales. Ya que es raro que la novela fantástica se presente individualmente, por lo común, los escritores alargan los relatos en series o sagas de libros, que comprenden la evolución de los diferentes reinos y protagonistas. Según la autora Rosalba Campra, “la transgresión aparece como la isotopía que atravesando los diferentes niveles del texto permite la manifestación de lo fantástico”. Porque lo fantástico se constituye en el poema en cuanto texto de transgresión, todo texto fantástico es igualmente un texto político que trama su política de la literatura, “como nodo específico entre un régimen de significación de las palabras y un régimen de visibilidad de las cosas”; relativo a contextos de producción que cada texto, en sí mismo, complejiza, transgrede o “fantastiza” según su particular “juego de lenguaje”: lo fantástico posmoderno, asumido entonces como un juego del lenguaje, adopta a la metáfora fantástica como un vehículo predilecto para transgredir la propia idea del lenguaje, entendiéndola como una representación arbitraria, sujeta a los hilos de una convención. En palabras de Rosalba Campra, un fantástico representa la negación de la transparencia del lenguaje. La literatura fantástica comprende lo fantástico como el producto de una colisión entre dos limites; o de la transgresión entre dos órdenes irreconocibles que a pesar de su oposición son capaces de convivir e interactuar en un mismo universo: “Una vez establecida la existencia de dos estatutos de realidad, la actuación de lo fantástico consiste en la transgresión de ese límite, por lo cual lo fantástico se configura como acción”. Por ello, podríamos señalar que el discurso fantástico resulta ser eminentemente pragmático, pues desconoce la enunciación inocente y su lenguaje busca un efecto intencionado; al querer provocar sensaciones paralizantes que no pueden explicarse del todo. La teórica argentina Susana Reisz, también reconoce lo fantástico a partir del nacimiento de la confrontación de dos esferas mutuamente excluyentes e irreductibles como es la confrontación entre lo imposible y lo posible. Para Susana Reisz, los imposibles son aquellos que pertenecen propiamente a la ficción fantástica, que “no se dejan encasillar pero, además, conviven de manera inexplicable, explícita o implícitamente tematizado como tal, con posibles que sí se integran en el espectro de posibilidades que forman parte de la noción de realidad, históricamente determinada, del productor y sus receptores”. De esta forma, Susana Reisz comprende lo fantástico en la dualidad de confrontación entre lo real y lo no real, donde lo imposible se representa directamente como una experiencia al interior de lo real, pero ajena al mundo concreto. Susana Reisz elabora la conceptualización de imposibles fantásticos para destacar la importancia de lo fantástico por cuanto cumple la función de “atacar, amenazar, arruinar el orden establecido, las legalidades conocidas y admitidas, las “verdades” recibidas, todos los presupuestos no cuestionados en que se basa nuestra seguridad existencial”. En consecuencia, Susana Reisz configura la experiencia de lectura respecto de lo fantástico no sólo desde un mundo acorde con nuestra noción de realidad sino que, a la vez, también respecto “de los imposibles que no se dejan explicar como resultado de ninguna forma de causalidad conocida; o al menos comunitariamente aceptada”. El investigador español David Roas, señala que el valor contemporáneo de lo fantástico se determina, en gran medida, por la dimensión transgresora de la realidad y de la identidad, situación que él ejemplifica con la figura del fantasma: El fantasma es un ser que retorna del más allá en forma incorpórea y se instala en el mundo de los vivos, rompiendo, de ese modo, los límites entre dos órdenes de realidad discontinuos, y planteando con ello una transgresión absoluta de nuestros códigos sobre el funcionamiento de lo real. Y no sólo por su presencia imposible, sino también por su especial naturaleza, a la que no afectan ni el tiempo ni los espacios humanos. Esa dimensión transgresora es la que determina su valor en el relato fantástico. David Roas propone cuatro ideas problemáticas fundamentales, estableciendo como propuesta inicial la relación de “lo fantástico frente a lo maravilloso”; cifrada por la presencia de un fenómeno sobrenatural. Una segunda idea, tiene relación con “la importancia del contexto sociocultural”, en tanto señala que no es posible escribir literatura fantástica sin contar con un marco de referencia que delimite qué es lo que ocurre o no ocurre en una situación histórico-social dada. Una tercera idea consiste en “el realismo de lo fantástico”, al sostener que el punto de partida de todo texto fantástico es siempre la presencia de la realidad, puesto que lo real se introduce como una necesidad estructurante para el enfrentamiento de lo inexplicable. Por último, la cuarta idea desarrollada por David Roas consiste en “la presencia del miedo como elemento fundamental de lo fantástico”, en cuanto resultado emocional respecto de la amenaza que supone la transgresión de lo fantástico hacia la estabilidad del mundo; situación que genera una “impresión terrorífica tanto en los personajes como en el lector”. David Roas comprende que la transgresión a la realidad radica en su imposibilidad de nominalización o bien, en su aproximación al silencio. Es decir, no sólo en la irrupción de lo imposible al interior del mundo real, sino también en “la incapacidad para explicarlo de forma razonable”, tal como sucede con la ejemplificación de las alteridades radicales de tipo fantasmal, monstruoso, o espectral. David Roas hace hincapié en señalar que la transgresión a la realidad, no solamente es susceptible de ser observada al considerar a esta última como una entidad estético-abstracta; sino que la imposibilidad de nominalización o incapacidad de explicación razonable de lo fantástico, se debe principalmente a variables culturales y políticas que contextualizan referencialmente el o los sentidos de los textos fantásticos que de otro modo no existirían: “Los motivos que componen el universo fantástico son expresiones de una voluntad subversiva que, ante todo, busca transgredir esa razón homogeneizadora que organiza nuestra percepción del mundo y de nosotros mismos”. Por otra parte, el teórico mexicano Omar Nieto propone ampliar el estudio de lo fantástico abordándolo como una estrategia textual de un sistema semiótico general, con el fin de establecer ya no una definición específica de género literario o de temas exclusivos para lo fantástico, sino un conjunto organizado de variables diversas y contextuales que posibilitan una perspectiva diacrónica de clasificación. De esta forma, Omar Nieto distingue la existencia de lo fantástico clásico (siglos XVIII - XIX), fantástico moderno (siglo XX) y fantástico posmoderno (desde fines de siglo XX y principios de siglo XXI). Por consiguiente, ya sea en el caso de la irrupción de lo sobrenatural en el orden de lo natural (clásico) o su inversión problemática (moderno) o su relativización (posmoderno); Omar Nieto señala que la existencia de lo fantástico no depende de una definición genérica trascendental, sino de estrategias pragmático-textuales que se evidencian de manera diversa y en correspondencia con los distintos periodos o contextos culturales específicos en tanto materialización de una otredad o manifestación de un cuestionamiento sobre las convenciones de lo real. La problematización de lo extraño o de lo inaceptable: la transgresión como evidencia dialéctica entre dos elementos disímiles, excluyentes o relativos. Sobre esto último además, resulta necesario señalar, de acuerdo a nuestros intereses, que lo fantástico no es privativo de un tema, género, o modo literario particular sino que resulta ser propio de todo texto literario en cuanto se trata de un texto de ficción, que evidencia la presencia de una transgresión específica. 

 GÉNEROS DE LITERATURA FANTÁSTICA. 

 En ella encontramos los subgéneros que van de lo que es la literatura del terror, la ciencia ficción y la literatura gótica. Pero dilecto lector, yo me concentro en lo que es la literatura fantástica y también en lo que es la literatura de terror, como es el caso del cuento de Jack el destripador. Según Tzvetan Todorov la literatura fantástica se define en el límite de otros géneros: Lo extraño puro: La fantasía de lo extraño puro es aquella en la que el elemento extraordinario, está en suma de lo cotidiano. Estos elementos son tan cotidianos que los sucesos enmarcados en este tipo de literatura pueden ser explicados por la naturaleza. Es decir, que la combinación de ciertos hechos comunes se convierte en algo fuera de lo común. Pero lo extraordinario no radica en lo que sucede, sino en la combinación de los hechos. Es el género en el que se relatan acontecimientos que pueden ser explicados por medio de las leyes de la razón, y son de una manera u otra, increíbles, extraordinarios, chocantes, singulares, inquietantes, insólitos, y causan en el lector real y en el personaje, una reacción semejante a la inducida por el texto fantástico puro. La explicación racional no parte directamente del texto, sino que el lector real, por medio de indicios que este ofrece, la obtiene. La literatura de horror pertenece a este género, y se relaciona con lo fantástico puro, en el hecho de que posee descripciones que le causan horror, temor, o terror en el lector. Lo fantástico extraño: Donde los acontecimientos que a lo largo de relato parecen sobrenaturales, reciben, finalmente, una explicación racional. La explicación parte del mismo texto y no de suposiciones deducidas por el lector a través de indicios. Lo Fantástico Puro: Se presentan acontecimientos que pueden explicarse racionalmente, pero de una u otra manera son increíbles, extraordinarios, singulares, insólitos. Lo fantástico maravilloso: Es la clase de relato que más se acerca a lo fantástico puro por el hecho de quedar inexplicado, no racionalizado. Los elementos sobrenaturales corresponden a un mundo irreal, y no al mundo real en el que vive el lector. Lo fantástico maravilloso nos sugiere en efecto la existencia de lo sobrenatural; sin embargo, la presencia o ausencia de ciertos detalles permiten siempre tomar una decisión. El hecho fantástico tiene resolución por medio de otro hecho fantástico que en vez de resolver el misterio, lo que hace es complicar más lo inexplicable. Lo maravilloso puro: En este género la maravilla o lo fantástico, asumen como parte de la cotidianidad. Ningún personaje se ve afectado por la sorpresa de algo que creía imposible. Pero sí está diseñado para sacar de la cotidianidad al lector. En este caso, los elementos sobrenaturales no provocan ninguna reacción particular en los personajes ni en el lector implícito, pero sí en el lector real. Lo característico de lo maravilloso no es una actitud hacia los acontecimientos relatados, sino la naturaleza misma de esos acontecimientos. Se acostumbra a relacionar el género de lo maravilloso con el cuento de hadas; en realidad, el cuento de hadas no es más que una de las variedades de lo maravilloso, y los acontecimientos sobrenaturales no provocan en él sorpresa alguna. 

CLASIFICACIONES DE LA LITERATURA FANTÁSTICA 

 La alta fantasía: Es la literatura fantástica por excelencia, por sus rasgos distintivos del resto de los otros géneros. Desarrolla un mundo significativamente diferente al nuestro, y en el cual sus habitantes viven sin extrañarse del elemento maravilloso de la magia. Sitúa la acción en un mundo secundario ficticio, alejado de la realidad que conocemos y sus reglas lógicas. Una variante de la alta fantasía es la fantasía heroica o novelas de espada y brujería, en la que sus protagonistas son guerreros inmersos en una aventura junto a criaturas fabulosas, como dragones o monstruos; pero en las que el héroe o heroína es más imperfecto, esto es, presenta rasgos de antihéroe, y debe superar una serie de pruebas o experimentar un largo viaje hasta encontrarse a sí mismo. 

La baja fantasía: Se desarrolla en el mundo real, o en uno muy parecido, con elementos y criaturas mágicas. En este mundo cercano a la realidad, ocurren sucesos irracionales como hijos de dioses griegos, existen los vampiros, y predomina la magia. La baja fantasía también cuenta la historia de uno o dos héroes y sus circunstancias, se desarrolla en un apartado del mundo real con criaturas mágicas, aunque, por lo general, la raza predominante es la humana. 

La fantasía oscura: Mezcla el terror con la fantasía; con un tinte de magia perversa o donde predominen las sombras, el resultado será el mismo ya sea en el mundo real o inventado, o incluso su termina mal. Corresponde a aquellos relatos situados en un mundo irreal sombrío con una mayoría de criaturas y personas movidas por propósitos malignos y la magia negra. Se busca el poder o el conocimiento ilimitados, y priman la locura y la violencia. Los mitos de Cthulhu de H.P. Lovecraft, la saga La torre oscura de Stephen King y la saga de Elric de Michael Moorcock son ejemplos de este género. La fantasía histórica: Se añade a la mezcla época prehistórica, egipcia, griega, romana, medieval, victoriana o cualquier otra para llenarlo con magia. La única diferencia con la fantasía urbana o baja es la modernidad de la obra. Las novelas artúricas entrarían en este tipo. Son ejemplos Orgullo y prejuicio y zombis, Abraham Lincoln, cazador de vampiros de Seth Grahame-Smith, o Entrevista con el vampiro de Anne Rice. Es ambientada en un momento histórico determinado de la aparición de algún personaje de relevancia, como Julio César, Alejandro Magno, (como es el caso de mi cuento Alejandro el grande), y Napoleón. Encontramos elementos fantásticos como magia, viajes en el tiempo, armas y tecnología del futuro, o sociedades secretas. 

La ciencia-ficción fantástica, o fantasía científica: Este tipo es similar a la alta fantasía pero añadiendo viajes espaciales. La tecnología y la fantasía conviven en la historia. Incluso en un futuro lejano cabe sitio como la magia. Es en la que se recrea una época conocida por todos en un mundo imaginario. Es un subgénero mixto en el que tecnología y ciencia, contienen además rasgos fantásticos como tramas de espada y brujería en otros planetas. 

La fantasía urbana: Son relatos ambientados en el mundo conocido o en otros mundos, aunque siempre con una ciudad como escenario, sobre todo sus rincones más alternativos y clandestinos, en los que se cruzan seres humanos y otras criaturas como demonios, vampiros, o hechiceras. 

La fantasía épica: Encontramos entre sus temas habituales el conflicto entre el bien y el mal, representado en las acciones de los personajes. Uno de sus más grandes exponentes fue Tolkien. Y los autores que le siguieron después, complicaron aún más la trama, no distinguiendo a las facciones buenas y malvadas por su comportamiento, sino por las implicaciones éticas y morales de sus actos. Se destaca dentro de este género su medievalismo en ambientación ya sea en localizaciones, vestuario, costumbres y uso de mitos y leyendas en la trama. Encontramos mundos imaginarios, criaturas sobrenaturales, y uso de magia. Los escritores alargan los relatos en series o sagas de libros, que comprenden la evolución de los diferentes reinos y protagonistas. Existe el héroe o heroína, que comienza la aventura con una visión y creencias que cambiarán a lo largo de su viaje iniciático. Se enfrentará a fuerzas malignas, personificadas en un villano poderoso, y debe vencerlas para preservar el orden natural. A veces el origen del héroe es incierto, siendo elegido por dioses, magia o por los hombres, para salvar su mundo. En ocasiones existe la figura del mentor que le ayuda al comienzo de su tarea; otras, puede ser un amigo o compañero de viaje. Sea como sea, al final suele triunfar sobre el mal y descubrir la verdad de su pasado. Los libros de fantasía épica, incluyen al principio un mapa con la localización imaginaria en la que tendrán lugar los hechos de la narración. Por lo general, una fuerza maligna amenaza el equilibrio de sus habitantes de un modo u otro. Junto a la raza humana, existen enanos, elfos, hadas, y gigantes. Aparecen panteones de dioses nuevos, profecías, oráculos, magos, hechizos. La fantasía heroica: Incluye novelas de espada y brujería, en la que sus protagonistas son guerreros inmersos en una aventura, junto a criaturas fabulosas como dragones o monstruos. El héroe o heroína es más imperfecto, porque presenta rasgos de antihéroe, y debe superar una serie de pruebas o experimentar un viaje hasta encontrarse a sí mismo. 

La fantasía juvenil: Engloba a los autores tradicionalmente clasificados como de ficción juvenil. Por su parte, Italo Calvino ha propuesto una subdivisión del género fantástico en fantástico visionario, con elementos sobrenaturales como fantasmas y monstruos (que incluye como subgéneros a la ciencia ficción, el terror, o la narrativa gótica). 

Lo fantasía mental: O cotidiana, donde lo sobrenatural se realiza todo en la dimensión interior (cabe pensar, por ejemplo, en La vuelta de tuerca de Henry James, o a Marcovaldo del propio Calvino). Y de la presente forma dilecto lector termino este prólogo, dejando cursada la invitación a que disfrute de mi presente libro; sobre el apasionante tema de la literatura fantástica. 

Fin.

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